No se espera mucho de los candidatos...

Bernardino Vazquez Mazatzi

Las campañas electorales, sin excepción alguna, más que representar una oportunidad para que el pueblo conozca las propuestas de los candidatos, se convierte en una auténtica agresión para el pueblo, ya sea por el escándalo del perifoneo que resulta una verdadera ofensa para el buen gusto, la razón y los sentidos, que por la basura que representan las lonas, los trípticos, los plásticos de propaganda y los "presentes" que por baratos pronto dejan de servir y van a parar al resto de los deshechos.

En el próximo proceso electoral, en el cual los tlaxcaltecas habremos de elegir de entre los menos peores al siguiente gobernador, decenas de diputados, 60 presidentes municipales y algunos cientos de presidentes auxiliares, no merecemos ese nivel ni esa calidad de contienda política. Porque la inmensa mayoría de los ciudadanos no esperamos propuestas novedosas y posibles, sino una cadena de ataques, infundios, acusaciones, descalificaciones y agresiones físicas y verbales y además, nos veremos inmersos en los más absurdos eslogan, jingles, tonadas, canciones deformadas, promesas, propuestas, juramentos y discursos trillados, viejos, increíbles y mediocres.

Para un político viejo hacer campaña antigua es un suicidio pues el convencimiento del elector ya es diferente y daría entender que este ya no es su tiempo, en tanto que un político joven, sin un discurso innovador, moderno, nuevo, de propuesta clara en vez de demagogia, con un mensaje objetivo en vez de promesas, con diferentes actitudes y otra propuesta tiene mayores posibilidades de triunfar y pondría a un lado el partido, la crítica destructiva y hasta su pasado.

Así es como en la próxima guerra sucia en que se convierte lo que debiera ser el ejercicio democrático de elegir a los gobernantes encontraremos candidatos que van a ensuciar la imagen de las ciudades, pueblos y hasta a los taludes con los colores, siglas y eslogan del partido, así como con el nombre y la propuesta del aspirante. También vamos a desesperarnos con las tediosas, absurdas, chocantes y molestas canciones remedo de un tema original en el que el candidato envía un mensaje de convencimiento y una propuesta de milagro si gana la elección.

Para los candidatos de política y discurso trasnochado el tiempo se ha detenido pues rechazan cambios en la forma de acercarse al electorado y mantienen la idea de que el pueblo sólo es útil en las elecciones. Pretenderán ganar con el mismo mensaje vacío, demagógico, con la misma palabrería cargada de promesas imposibles y actuarán como lo hicieron quienes ya han perdido algunas elecciones y que han recorrido todos los partidos pretendiendo ser en uno lo que no fueron en otro...

Pero habrá, eso sí, muy pocos, contados con los dedos de una mano, los abanderados que llegarán con una actitud diferente, con una propuesta viable, con un acercamiento respetuoso y tolerante, buscando hacerse entender y tratando de involucrar a la gente en su proyecto. Estos nuevos tiempos requieren de políticos nuevos, necesitan otra visión y un diferente concepto del poder y del triunfo.

Aunque por desgracia, una nueva forma de hacer política no necesariamente hará triunfar a los innovadores, a los de nueva guardia, a quienes tienen como proyecto gobernar con probidad, eficiencia y eficacia. Sobreviven en Tlaxcala los electores que por inercia y costumbre, por ignorancia o por presión, votarán como siempre por los mismos de siempre pues eso del cambio ni le entienden y les tiene sin cuidado. En pocas palabras, ser un buen candidato, una buena persona o contar con el mejor proyecto de gobierno no los hará ganar.

De cualquier forma, como que los electores tlaxcaltecas, no esperamos mucho bueno de la siguiente contienda electoral. Los partidos no necesariamente nos ofertan a los mejor de los hombres y mujeres del estado, de los municipios y las comunidades. Los procesos partidistas de los que emanan los candidatos no son precisamente una exhibición de civilidad y democracia.

En realidad la campaña electoral que se nos viene encima de forma inexorable como que no tiene la intención de escribir la mejor de sus páginas en la historia político electoral de Tlaxcala; el proceso de este año se vislumbra como uno más, o peor. Y la gente, creo, no se lo merece.