Pero qué pinche necesidad...

Bernardino Vazquez Mazatzi

A la luz del debate para legalizar o despenalizar el consumo de la mariguana, me pregunto: ¿qué pinche terquedad o necedad de meterse algo en el cuerpo para sentirse bien? ¿Es que acaso la humanidad ha perdido la capacidad de encontrar en otros elementos la felicidad y sensación de bienestar?, ¿Es que acaso es ineludible el apoyo de sustancias adictivas, nocivas y agresivas para pertenecer a la sociedad o para alcanzar ciertos niveles de aceptación?

Permitir el consumo "lúdico" de ese enervante es un arma de doble filo y las consecuencias de permitirlo legalmente o autorizar su uso sin criminalizarlo a la larga nos traerá consecuencias negativas con resultados impredecibles que no vamos a poder, como sociedad o cultura, controlar.

Si se me permite, y si no también, voy a imaginar y compartir con usted, amable lector, una escena de lo que podría ser la consecuencia de tener al alcance de la mano la ya autorizada mota. Va a estar usted o yo o cualquier familia en el hogar y de pronto, su hijo o hija, de 12, 14 o 16 años, con toda la libertad legal y derecho constitucional, va a encender un cigarro de mariguana y lo va a compartir con los presentes incluyéndolo a usted y hasta a los menores de la casa, en tanto destapan otra caguama y se pasan a toda madre en cualquier convivio o pachanga haciendo de esa práctica un vicio disfrazado de una cotidianeidad y construyendo así una sociedad viciosa y ausente de valores.

En realidad eso ya está pasando con el alcohol, una droga aún más letal, adictiva y mortal pero permitida, y con el tabaco, otra droga autorizada por la costumbre y que mata a miles de seres humanos ávidos de consumirla para fines "lúdicos" y que no escandaliza a nadie aunque esté prohibida para menores de edad quienes se inician en este vicio a veces sin retorno en sus propios hogares y a sugerencia e invitación de la familia que hasta presume la temeridad del chamaco de cinco años que tiene en sus padres a su peor enemigo.

El alcohol aún con su consumo autorizado, despenalizado o "lúdico" tiene como consecuencia la tragedia y un enorme porcentaje de tragedias tienen como antecedente el abuso en esa droga. Eso lo sabemos quienes tenemos la posibilidad de acceder a la información general y diaria en la que se exponen accidentes mortales o de resultados terribles para las familias. Tras el alcohol está la violencia contra la mujer, las violaciones a las leyes, los casos de discapacidad permanente de jóvenes de todas las edades y clases sociales, la pérdida de los valores humanos, la desintegración familiar, los costos en los servicios de salud, la pérdida del empleo, el costo de horas hombre y un sinfín de expresiones de decadencia social...

Pero parece que no es suficiente... Vayamos a entrarle a la mota... ¡como si de vicios estuviéramos necesitados!; digo, ¿por qué a la de a... fuerza tenemos que ponernos pachecos para ser felices o estar bien...?

Hay que analizarlo, dicen; hay que discutirlo, proponen; que hablen las mentes más brillantes, que opinen los expertos, que sugieran los conocedores... mejor pregúntenle a la esposa que padece el alcoholismo legal, lúdico y despenalizado de esposo o hijos, que hablen las viudas de quienes murieron por su irresponsabilidad en el alcohol, que se expresen aquellos que cuidan los manicomios de adictos que ya no pueden controlarse... que nos cuenten cómo le va a las madres de esos muchachos que se les revelan y hasta las amenazan y les roban lo del gasto por seguir comprando mariguana... ellas sí sin expertas, ellas sí saben de qué se trata...

Las sociedades y culturas del mundo avanzan cada vez más rápido hacia la pérdida de sus valores y principios, hay cada vez menos respeto a los demás, a la vida y los bienes de los otros y cada vez más se profundiza la crisis en muchos órdenes... ya no nos hacen falta más sustancias "lúdicas", sino principios, consciencia, rumbo, liderazgos, ejemplos de vida, motivos para vivir en armonía con la naturaleza y sentimientos nacidos de la realidad y no producidos por elementos externos que nos degradan.

Una de mis frases preferidas que dicto a mis alumnos es: cuando quieran hacer una estupidez, piénselo siete veces y luego, no la hagan... No hay que jugarle al valiente: vamos a perder.