Bernardino Vázquez Mazatzi

¿Los presidentes de comunidad son una amenaza?

Ya hace algunos años, los diputados emanados del Partido de Trabajo habían propuesto en el pleno del Congreso del estado quitarles la voz y el voto a los presidentes de comunidad. En esos tiempos eran otros los empeños y los intereses de los legisladores y era otra la realidad de la política y de la administración pública.

La actual legislatura no tomó en cuenta los argumentos anteriores y se aferró a un pretexto para quitarle toda la importancia a la existencia y presencia de los presidentes auxiliares. No era necesario fundamentarlo desde la lógica de la administración pública, desde el ahorro en el erario o el exceso de burocracia. Más bien le dieron continuidad a su cadena de errores y decisiones absurdas. Habría que cumplir el requisito y la exigencia social de hacer como que trabajan.

Fue así como se consumó la estupidez de quitarle el voto a los presidentes de comunidad en las sesiones de cabildo porque, según la inteligente, lógica, razón suprema y motivación, por ser mayoría se sublevan en el cabildo, negocian deshonestamente e se imponen sobre el resto del colegiado obteniendo así beneficios propios... el león cree que todos son de su condición...

Con la aprobación de esa ley que mutila los derechos de las comunidades, que las desprotege, las coloca en el sitio de los inmaduros y faltos de inteligencia y capacidad para gobernarse, que les niega el derecho de tomar sus propias decisiones, los diputados de la actual legislatura de Tlaxcala dejan perfectamente claro que desconocen el quehacer y la responsabilidad de esos funcionarios auxiliares y, sobre todo, dejan patente que ninguno de ellos ha sido presidente de comunidad.

Porque el presidente de comunidad es el primer dique de contención de la sociedad, es el muro en el que rebota toda inconformidad y necesidad, es el que está más cercano a la cultura, costumbres, idiosincrasia e ideología y religión de la gente. Es el que absorbe en gran medida la frustración por el sistema y régimen de gobierno; en sí, son los que responden por la ceguera y sordera del poder que a veces no los escucha. Es el guarda, depositario, vigilante y garante de la historia de la comunidad, es el cómplice y testigo, es el que conoce más que nadie las necesidades y exigencias de la gente a la que conoce por nombre y apellido y pasado bueno o malo.

En ese sentido, es el que exige mayor presupuesto para sus vecinos, el que está al pendiente de las graduaciones para las que se le pide desde el enlonado hasta el pastel de clausura, el que apoya las hermandades y mayordomías, el que compra y coloca un foco en una calle oscura, el que aporta dinero para un funeral, el que incluso llega a sacar dinero de su bolsa para cumplir las exigencias del pueblo. Eso sin tomar en cuenta que también debe fungir como testigo de honor, como conciliador y consejero matrimonial, árbitro entre terratenientes y hasta interventor en asuntos educativos, religiosos, culturales y de negocios.

Eso es intrascendente, injustificable, poca cosa, indigno de tomarse en cuenta, motivo para sospechar inmadurez de la sociedad y causa para sugerir el fraude, el despojo, el desvío de recursos, el robo y el enriquecimiento ilícito del presidente auxiliar... sí, el león cree que todos son de su condición...

El caso es que los presidentes de comunidad de la noche a la mañana se convirtieron en una amenaza para el estado, en un riesgo para el presupuesto municipal, en unas pirañas o caníbales insaciables... o en la competencia de los presidentes municipales y hasta de los propios diputados que no aceptan rivales al momento de poner en marcha el año de Hidalgo.

Me pregunto si nuestros productivos, cumplidos, puntuales, honrados y esforzados diputados locales tendrán la mínima idea de lo que significa su brillante ley recién aprobada. Digo, suponiendo que los conocieran en esas comunidades a las que les quitaron el derecho de ser libres en sus determinaciones.

Triste, patética, absurda y fuera de la realidad la famosa reforma esa que como todas, fue aprobada en acatamiento ciego a un mandato superior y totalmente alejada a los intereses de la sociedad tlaxcalteca.