CARNAVAL

El carnaval, un pedazo de Tlaxcala en Estados Unidos

agendatlaxcala viajó a Nueva York para conocer la forma en la cual viven los paisanos del sur el carnaval, en este caso de "charros" como una forma de tener, como ellos dicen, un pedazo de su tierra, en medio de la urbe de hierro conocida como La Gran Manzana.

19/06/2017 00:21:01
Laura O. Muñoz
agendatlaxcala
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Con sus maletas a cuestas, así como llegan a Estados Unidos, los paisanos cargan sus trajes de carnaval para llegar a un auditorio donde se escuchan las notas de las danzas de los charros, cualquier tlaxcalteca, afecto o no a esta costumbre, puede identificar la melodía que se escucha en el ambiente.

Podría ser la postal de cualquier domingo en un municipio de Tlaxcala, pero se trata de Estados Unidos, en el patio de una iglesia, tlaxcaltecas procedentes de distintos municipios llegan para bailar y no sólo recordar sus raíces, sino formar a nuevas generaciones que nunca han estado en México pero que aprenden de sus padres o en videos y bailan con gran entusiasmo durante casi cinco meses.

Como en muchos aspectos de su vida, los tlaxcaltecas radicados en Estados Unidos buscan preservar sus tradiciones y la forma de vida que conocen, el carnaval es una vía, pero también se ha convertido no solo en un intercambio de influencias y comunicación, entre paisanos y tlaxcaltecas, sino de dinero y fuertes inversiones que ya representan un ingreso importante para los artesanos dedicados a la elaboración de máscaras, paños, plumerones y todos los elementos del traje de charro.

agendatlaxcala viajó a Nueva York para conocer la forma en la cual viven los paisanos del sur el carnaval, en este caso de "charros" como una forma de tener, como ellos dicen, un pedazo de su tierra, en medio de la urbe de hierro conocida como La Gran Manzana.

Este es sólo un ejemplo de cómo viven los paisanos sus tradiciones en Estados Unidos, ya que en distintas ciudades se realizan carnavales organizados por comisiones de distintos municipios.

 

Baile y música que traspasan fronteras

 

Son las 15:05 de la tarde y el tren se detiene en la parada señalada en Brooklyn, uno de los cinco condados que integran la ciudad de Nueva York.

Apenas se baja de la línea del tren, la música te guía y ya no es necesario buscar las indicaciones del Google maps que lleva esta reportera en la mano.  Uno siente por un segundo familiaridad y la sensación de no estar lejos de Tlaxcala.  

Es un día frio y lluvioso que hace pensar que la convocatoria podría ser escasa y así se nota al principio, cuando llega uno a la puerta de una iglesia, cuyo patio es la sede de una tarde de carnaval.

Al llegar, lo primero que tienes que pasar es un proceso de revisión meticuloso, tras lo cual se accede para encontrar varios puestos de antojitos mexicanos de todo tipo, tacos de carne asada, chalupas, sopes, cemitas, esquites, elotes, pasando por comida a la cual los paisanos están ya habituados, como las hamburguesas.

En esta ocasión, el carnaval no es organizado por un grupo municipal, como usualmente ocurre, sino que se trata de recabar fondos para la celebración del 12 de diciembre, explica uno de los organizadores, ya que el fervor guadalupano también ha traspasado fronteras y se necesitan fondos para la celebración que incluye el traslado de sacerdotes mexicanos y otras actividades en diciembre.

Un grupo, mezcla de banda y sonido, ameniza el ambiente y toca los acordes de las diferentes piezas de carnaval, bajo un enlonado que protege de una pertinaz lluvia que empieza a caer.

La alegría de la música del carnaval se percibe y un hombre de origen asiático se esfuerza en tomar fotos desde fuera, animado por la curiosidad.

Sólo cuatro danzantes se observan al llegar, pocos pero con muchas ganas, ya que se esfuerzan en animar a un auditorio que los rodea y les da buena respuesta.

Pero ya tienen refuerzos próximos.

En la entrada, Evelin de siete años, ya se prepara junto a su papá, primo y tío a ingresar a la pista.

Su pieza favorita es "La Entrada", desde los cinco años baila bajo la tutela de su papá. Hoy acuden igual su primo y su tío.

Es tímida, pero se anima y nos enseña como baila con su traje en tonos morados, pero confiesa que no sabe tronar una cuarta, el látigo de mecate utilizado en la pieza de "La Culebra".

Nacida en Estados Unidos, nunca ha visto un carnaval de la tierra de sus padres, originarios de Ayometla, quienes llegaron hace 13 años a Estados Unidos.

Vicente, su papá, platica que inculca a su hija el gusto por el baile para preservar sus costumbres y tradiciones.

El traje de su hija está valuado en mil dólares, cerca de 19 mil pesos, la inversión, resalta, lo vale para que su hija baile por segundo año consecutivo.

En medio de infinidad de las historias que surgen de paisanos que buscan conservar una tradición, también hay casos en los cuales, surgen nuevos enamorados de estas danzas de carnaval.

 

Bailó carnaval desde que era casi bebé: Marlene

Pero este carnaval, como toda expresión cultural, no tiene exclusividad y traspasa fronteras para ganar nuevos seguidores.

Marlene, de 12 años, no tiene ascendencia tlaxcalteca.

De madre poblana y padre originario de la Ciudad de México, confiesa de manera entusiasta que prácticamente desde que era un bebé baila carnaval.

Incluso, a los 8 años viajó a México a ver las danzas y confiesa que en Tlaxcala, la emoción es mayor y todo es más bonito, pero se conforma con bailar cada año porque le emociona la música y también le relaja.

-"Desde cuando era una bebé me gustaba, mi padrino me enseñó, mi padrino confecciona mi ropa y me emociona mucho bailar", comparte en nuestra plática.

El gusto le viene por su padrino, quien le enseñó a bailar y le proporciona los elementos para armar el traje azul y blanco que luce este domingo.

Su traje lo arma con ayuda de su padrino, quien le ayuda con el plumerón y le pide algunas piezas de México para que tenga todo listo.

Entre los danzantes también se pudo identificar a los provenientes de Santa María Xonacatepec, Puebla, donde "Los Charros" salen el Sábado de Gloria".

MAÑANA LA SEGUNDA PARTE

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