Hamada Bayloun no es especialmente religioso, pero en la parte superior de la espalda tiene un gran tatuaje del santo más venerado en el islam chií, Ali.
Hamada Bayloun no es especialmente religioso, pero en la parte superior de la espalda tiene un gran tatuaje del santo más venerado en el islam chií, Ali.
Bayloun forma parte del creciente número de musulmanes en el Líbano que se han tatuado símbolos religiosos y políticos chiíes para mostrarse con orgullo ante su comunidad desde que surgió la guerra civil en la vecina Siria en 2011, intensificando la intolerancia entre chiíes, suníes y otras religiones en la región.
Bayloun, de 30 años, se hizo su tatuaje poco después de que comenzó la guerra, en parte como una respuesta de los intentos por bombardear sitios sagrados chiíes en Siria e Irak.
"No podemos responder con carros bomba, pero (a través) de tatuajes, podemos mostrar nuestra fortaleza y amor por el profeta y su familia", dijo en referencia a Mahoma, quien era primo y suegro de Ali.
El conflicto en Siria, que comenzó cuando las fuerzas gubernamentales reprimieron protestas contra el presidente Bashar Assad, se convirtió en la lucha entre rebeldes predominantemente suníes contra la minoría alauita a la que pertenece Assad. El alauismo se desprende del chiismo. El grupo chií libanés Jezbolá ha enviado miles de combatientes a Siria para apoyar a Assad, junto con milicias iraníes, iraquíes y chiíes.
Por eso un hombre libanés, Tayseer, se tatuó el rostro del líder de Jezbolá, Hassan Nasrallah, en el pecho, justo arriba de su corazón.
Dijo que es una muestra de "profundo amor" para el hombre que dice está protegiendo a Líbano del Estado Islámico y otros extremistas suníes que combaten en Siria e Irak.
"Todos deberían tener a Nasrallah tatuado", dijo el servidor público de 30 años, quien pidió no ser identificado para no poner en riesgo su trabajo.
Los tatuajes están prohibidos entre los clérigos suníes pero generalmente son aceptados por los chiíes. Entre los tatuajes más populares está el 313, el número de comandantes que los chiíes creen que acompañarán a su último imán, Mahdi, cuando regrese a salvar el mundo de la opresión.
El tatuador Hussein Mistrah, de 24 años, dice que los tatuajes en general se han puesto de moda en Líbano. Su pequeño estudio en Dahiyeh, un distrito chií de Beirut, siempre está ocupado.
Hace un promedio de tres a cuatro tatuajes chiíes por semana, entre sus clientes destacan simpatizantes de Jezbolá que combaten en siria. Al menos 25 de ellos han muerto. "Esos son de los que sé", dijo.
Mientras un fotógrafo de The Associated Press lo visitaba recientemente, un combatiente de 21 años llamado Mohammad Talal entró para tatuarse el retrato de Nasrallah en el pecho. Le dijeron que su primera cita sería en dos meses.
"¡Podría estar muerto en dos meses!", espetó Talal. Mistrah dijo que trataría de darle una cita antes.
Mohammad Mehdi al-Ameli, un clérigo chií libanés-australiano que enseña religión en el sur de Líbano, dijo que los tatuajes son una expresión visual de la fe.
"Los chiíes están bajo presión... y han sido alienados, usan esto para crear un sentimiento de pertenencia", dijo. "Los otros lo hacen como una oveja que sigue al rebaño".
Farah Najm tiene un tatuaje de la espada de Ali en la nuca. La joven de 21 años es una estudiante de mantenimiento de aviones, dijo que se lo hizo hace algunos años cuando "estaba en un estado religioso, por amor a Ali".
Aunque ya no es practicante de la religión, se dejó el tatuaje. Trata de ocultarlo cuando sale de fiesta "por respeto".
Para algunos los tatuajes tienen beneficios extra.
Zulfiqar, de 30 años, dijo que los tatuajes son un imán para atraer mujeres, especialmente en la playa. En uno de sus pectorales tiene el rostro de Ali y en el otro tiene escrito Zaynab, el nombre de la hija de Ali y la nieta del profeta Mahoma.
"A veces las mujeres me dan su teléfono por el tatuaje. Quizá les gusta más que lo que yo les gusto", dijo riendo.