En el mes de julio, cada año llegan los recuerdos a Doña Rosa, una mujer de 52 años de edad madre de cuatro hijos originaria de un municipio del centro del estado de Tlaxcala.
En el mes de julio, cada año llegan los recuerdos a Doña Rosa, una mujer de 52 años de edad madre de cuatro hijos originaria de un municipio del centro del estado de Tlaxcala.
Convencida comparte con nuestros lectores de Agenda Tlaxcala, las penas que paso al ser una mujer de gran corazón, una mujer que quiso ver siempre por su familia, padres y hermanos, aun los hermanos ya estando casados.
La mujer madura pero joven de corazón y sueños, comparte lo vivido, dice, que hace 20 años tuvo la pena de ver morir al primero de la familia, el hermano mayor, Mario, quien debiera ser el que impulsaría a los hermanos a seguir adelante, a falta de los padres, pero no, no fue así.
Mario expiró con poco menos de 40 años de edad, víctima de una enfermedad hepática, dejando en la orfandad a cuatro hijos, la mayor de apenas 15 años de edad y el menor un Bebé de meses de nacido.
Al revivir los recuerdos, las lágrimas humedecen el rostro de Rosa y nos platica su historia en la que por las creencias, la hicieron a un lado del lecho de muerte de su familiar, el momento en que la gente "bendecida y elegida" la obligó a alejarse, al considerar que por no estar casada, no debía estar cerca del moribundo "seguramente tenía yo al diablo y por eso no podía acercarme al alma"
"Déjame decirte que fueron tiempos muy tristes para mí. Mi hermano estaba en agonía ya tenía unas horas así, me dolía pensar en que ya no estaría con nosotros..., me dolía el dolor de mis papás al ver que se les iba un hijo, el mayor, ver a mi cuñada con su Bebé en brazos tomar a su otros hijos y hacer un ramillete despidiendo al jefe de la familia. Al mismo tiempo la impotencia de ya no poder hacer nada por él, solo rezar... Yo quise acercarme, permanecer cerca de Mario, yo estaba ahí, bien recuerdo, tomándole la mano y pidiendo a Dios que no se lo llevara, pero alguien dijo que me tenía que salir del cuarto, que yo no debería de estar cerca del alma porque la perturbaba, y por eso, no se podía ir".
Nuestra entrevistada suelta el llanto, pero continúa "Sabes, me sentía muy mal. Otras personas le siguieron la creencia y prácticamente me sacaron, me alejaron del lecho de muerte de quien quise mucho, y no lo digo porque ya haya muerto, lo digo porque desde niños compartíamos todo, desde los juguetes hasta los zapatos, crecimos muy pobres al grado de que mi Madre, que en paz descanse, del pantalón viejo de papá le hacía pantalón a Mario y a mí me hacía mis vestidos circulares..."
"...Son momentos en que lo que quieres es estar más cerca de quien sientes que se te va, que ya no veras más. Yo creo que todos sabemos ese dolor, pero es más doloroso cuando en ese momento alguien dice que no puedes estar ahí porque interrumpes al alma solo por no estar casada, ahí solo podían estar las mujeres casadas y no una como yo. Recuerdo bien, aunque han pasado muchos años, que estaba tomándole la mano, cuando una vecina se acercó y susurro al oído de un familiar, que yo tenía que salir de ahí, y sí, me sacaron, ya no permitieron que yo entrara al cuarto de Mario porque por eso él no podía morir, y si entre, pero hasta que ya había muerto".
Ataviada en un vestido de estampados y un sweater blanco, la señora Rosa se limpia las lágrimas, se da un masaje en la cara para continuar, "Si acepte platicar con ustedes, no es por hacerme fama, lo que pasa es que hay gente que la religión la usa como quiere y de acuerdo a como vive. Si es casada se siente "bendecida" y a quienes no lo somos nos ven mal, nos juzgan, nos critican, antes más".
Al medio año de que murió el hermano mayor, murió otra de las hermanas, Alma, quien tenía un año de casada y por problemas de salud no pudo tener bebé dejando solo al esposo también joven de apenas 22 años de edad.
Rosa nos dice, que aunque sus hermanos ya tenían a su esposa y esposo, eran una familia unida, por lo que al tener en ese tiempo Rosa un mejor trabajo que los hermanos, fue quien solventó los gastos médicos, más tarde también partieron a la presencia del Creador su Madre y su Padre, a quienes hoy recuerda elevando una Oración y secándose las lágrimas.