Es realmente una pena que en la oficina del presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política (JCCP) del Congreso del Estado, Marco Mena, ni siquiera conozcan cuales son los secretarios del Poder Ejecutivo que han sido llamados desde la tribuna para que comparezcan ante el Poder Legislativo.

Como una pena mayor es la exigencia de estricta formalidad por parte del titular del Poder Ejecutivo para al menos, dar un posicionamiento sobre el llamado que ya a muchos de sus secretarios de gobierno han hecho desde la tribuna del congreso local, diputados para que comparezcan ante el legislativo en temas tan delicados.

Y ahí está la flamante Gisela Santacruz titular de Secte, acusada por los propios legisladores de una actitud reprobable en el marco de la petición para que comparezca.

Y ni que decir de la Secretaría Parlamentaria, donde trascendió que ni siquiera saben de la existencia de expedientes o datos sobre cómo van los trámites de las comparecencias que han solicitado a funcionarios del gobierno estatal los diputados.

Y mientras tanto, los secretarios de la Sefoa, Jonathan Galezzi, o de la Secte, Gisela Santacruz, o los titulares de todas las demás dependencias que han sido llamadas a comparecer, tan tranquilos, sin la mayor preocupación sobre acusaciones en su contra.

Que si hay corrupción, que si desaparece fertilizante, que si suben el pasaje indebidamente, que si hay injusticia contra trabajadores informales, que si se pasa el tiempo y nadie hace caso a las peticiones de los diputados.

En un Estado de derecho que cada vez está más retorcido, y con una necesidad imperiosa en nuestro bello Tlaxcala de construir al menos una obra grande, sí, un arco del triunfo propio, para que nuestros funcionarios y diputados no tengan que ir hasta Paris.