Es obvio entender también que, en vísperas a la elección de gobernador del estado, le puede ser conveniente a cualquier senadora sacrificar de una buena vez a un posible contendiente, aunque sea de su mismo partido.
Hay un marcado interés por parte de las senadoras y diputadas, incluidas las de su propio partido, por frenar desde ahorita a Alejandro Aguilar, el alcalde electo de Huamantla, cuyo triunfo fue impugnado en los tribunales federales.
Es obvio entender también que, en vísperas a la elección de gobernador del estado, le puede ser conveniente a cualquier senadora sacrificar de una buena vez a un posible contendiente, aunque sea de su mismo partido.
Para ser más puntual, es la senadora Adriana Dávila, dicen los propios abogados, quien ha buscado por algunos medios tratar de colocar todas las piedras posibles a Alejandro Aguilar, al grado de presionar a magistrados, para que su compañero de partido no sea presidente por segunda vez del pueblo mágico.
Otro de los interesados es al parecer el propio gobernador, quien coquetea con Alejandro Aguilar, pero todo parece indicar que también tiene un marcado interés porque el ex secretario de desarrollo económico se quede fuera de la jugada.
Nada extraordinario resulta pensar que Adriana y el propio Mariano, por segunda ocasión, hagan mancuerna para afectar a los propios panistas.
Del gobernador se entiende, porque dijo que iba a enterrar al PAN, pero de Adriana que se desgarra las vestiduras por su partido, es inverosímil, pero cierto.