Graciela  sabe que esta afirmación puede resultar poco creíble para la gente, pero está segura de lo que dice y en esta entrevista no le preocupa guardarse lo que ha vivido.

“Nos enseñan que las brujas no existen y forman parte de las leyendas populares, eso es cierto, pero yo no puedo decir eso porque no elegí verlas, pero tampoco puedo ignorar lo que he vivido”.

“De mi primer recuerdo podrían decir lo que imagine porque era muy pequeña, mi papá me llevaba en brazos y sólo veía una luz sobre nosotros, mi papá caminaba de prisa mientras yo le preguntaba con insistencia que era eso que estaba en el cielo y brillaba tanto”.

Su experiencia hubiera quedado  como una de muchas anécdotas infantiles a no ser porque apenas hace dos años se encontró nuevamente con una bruja con la cual tuvo que lidiar y defender a su nieto.

“Era mi primer nieto, mi hija se casó  muy joven y como esta generación, ella no cree en nada de cosas sobrenaturales, hoy es su más abierta”.

La creencia en brujas o nahuales es referida en el nivel de mitología popular y leyendas que han sido disipadas con el paso de los años y la llegada de la tecnología a la vida cotidiana, por ello Graciela sabe que lo que ha visto es difícil de creer para muchos.

Pero para ella y sus vecinos esta es una historia más común de lo que parece.

De eso se habla poco.

El caso de una de sus primas cuya hija murió de causas relacionadas por lo que en la zona sur, donde vive, se conoce como el hecho de que “se lo chupo la bruja”.

“Su cuerpo aparece todo morado y sin razón aparente, ahora se asocia con lo que llaman la muerte de cuna, pero no todos los casos lo son”.

Hace dos años tuvo un contacto cercano con una bruja que estaba lejos de la imagen típica, de mujer anciana y en una escoba.

“Por razones de trabajo tuve que llegar de madrugada a la casa donde vivía con mi hija y su esposo, cuando abrí  la puerta sentí algo raro, como escalofríos y un temor a algo que no podría describir”.

Y recuerda que llamó a su hija pero no hubo respuesta pese a la insistencia.

“Me dio miedo y abrí después de unos minutos, mi nieto que tenía 15 días de nacido estaba a los pies de sus papás que dormían profundamente, no podía entender cómo había llegado hasta ahí, mi hija y mi yerno nunca los pude despertar aunque les di de cachetadas para que reaccionaran.

Asegura que en medio de su temor tomo a su nieto y lo abrazo muy fuerte mientras colocaba un espejo cerca de ella.

“Pasaron unos minutos y el espejo prácticamente voló para caer al suelo y estrellarse en el suelo, lo puse porque siempre me dijeron que las brujas no soportaban verse en los espejos. Escuché  un ruido afuera y me asomé  por la puerta entreabierta y vi la sombra de un ave negra, como un guajolote, pero enorme que se alejaba pero como brincando”.

Este relato guarda similitud con lo vivido meses después por su  vecina a la que no contó  nada para no asustarla con la llegada de su nuevo hijo.

“Donde vivo hay muchos árboles y ahí se escuchan varios casos.

“Muchos dirán que estoy loca y dirán que inventó pero yo no tengo necesidad de eso, se lo que ví y no tengo necesidad de que me crean, pero las brujas si existen, están cerca y en donde vivo son más cotidianas de lo que se imaginan”.