Rómulo, un hombre de casi 70 años de edad, soltero y "solo" en la vida, dice que pensó en que sus padres, si bien no serían eternos, sí vivirían muchos años para acompañarlo, pues él se hizo el compromiso de vivir sólo para sus padres y ellos para él. Hijo único a quien Don Nicolás y Doña Julia (QEPD) quisieron mucho y para "El Romo" como le decían de cariño, únicamente para él guardaban lo que podían tanto en lo económico como en lo material correspondiente a tierras de labor.
El "romo solitario", lo de solitario agregado por el mismo Rómulo porque dice, a estas fechas en que ya sólo espera morirse, no tiene quién lo acompañe en la vida, prueba alimento porque un familiar le da de comer a diario, pero eso no es de gratis, dice, porque a esa familia se le quedó la mayor parte de los terrenos que poseía.
Originario de una sierra del estado de Puebla, vino a Tlaxcala siendo sus padres jóvenes quienes se dedicaron a trabajar las tierras de cultivo y gracias a eso adquirieron con el tiempo un terreno el cual pagaron con ahorros que logró la pareja, terreno donde hicieron un jacalito de adobe cubierto con teja, donde actualmente vive solo y sólo acompañado por un gato y un perro con los que comparte las sobras de lo que come.
Nuestro entrevistado triste, cabizbajo y con huellas de dejarse abatir día a día, comparte con nuestros lectores de Agendatlaxcala la parte de su vida de joven, dice que para que les alcanzara la comida, los días domingos su padre compraba huesos de res, su mamá los hervía sin verduras y sólo se comían el caldo, los huesos los volvían a hervir para que les alcanzara por lo menos para dos o tres comidas.
Rómulo también recuerda cuando comían con un botecito de chiles serranos en vinagre, en el plato, dice, colocaban un chile serrano e imaginaban que era carne y la tortilla le untaban de caldo de vinagre y con eso comían los tres miembros de la familia.
"El tiempo pasa muy rápido, pero para mí es muy lento, no avanza, Yo quisiera que las noches fueran más largas y los días más cortos, extraño a mis padres. A mi edad, me arrepiento de no haberme casado. En mis años de joven cuando tenía yo 24 años me enamoré de una mujer con un niño de tres años, la quise mucho, pero mi madre, que en paz descanse, no me dejó casar, decía que para que iba yo a mantener a esa mujer que ni era de mi familia, y menos quería al niño. A lo mejor yo tampoco, la quise mucho porque debía haberme opuesto y casarme, hoy no estaría tan solo".
Con los ojos húmedos, arrepentido, triste y solo, Rómulo nos narra cuando falleció su madre, una mujer dedicada a su hogar, quien esperaba a su esposo y su hijo que trabajaron el campo y luego aprendieron a elaborar artesanías que entregaban en almacenes cuando entonces bien pagaban las artesanías textiles.
"Hoy vivo en esta casita de adobe, acompañado del "hoyitos" mi gato y un perro igual que yo de mugroso que anda por allá afuera, ellos son mi compañía. Mi familia, sí, sí tengo familia, aquí cerca están mis tíos y mis primos, una de mis primas es la que me da de comer, lava mi ropa y ve por mi cuando me enfermo pero es a la que le dejo mi terreno, lo demás lo vendí, ya no tengo nada ni quiero nada, sólo quiero que llegue el día de mi fin y reunirme con mis papás. Dígame, ya para qué vivo, a ver para qué, si nada más ando dando lástimas. No me canso de arrepentirme, debí haberme casado, tener una familia para no estar aquí solo como perro, sin nadie, por lo menos hubiera tenido un hijo, pero no, no tengo nada".
Los padres de Rómulo tanto querían a su hijo que no gastaban dinero, incluso para comer, lo guardaban para su hijo, en esos años de los 80s guardaron el dinero entre el petate que ocupaban para dormir, al paso de los días compraron una cama usada y ahí dormían los tres. Tras la muerte de la madre, al quedar solos, el padre e hijo continuaron trabajando, don Nicolás continuó guardando dinero debajo del colchón pero no le decía a su hijo, pues quería darle una sorpresa, al paso de los días el padre enfermó y murió sin haberle dicho a Rómulo lo del dinero que tenía guardado entre el colchón y el petate.
Nuestro entrevistado dice, que el día en que murió su padre, familiares y vecinos llegaron para ayudar en los trámites y preparativos del sepelio, escombraron el cuarto y levantaron la cama, pues era el único espacio para velar al difunto, pero cual fue la sorpresa de los presentes al separar el petate del colchón, ahí, entre ambos se encontraba una cantidad importante de billetes de diferentes denominaciones producto del esfuerzo de los padres de Rómulo quienes venían guardando dinero para su hijo, dinero que tampoco pudo disfrutar debido a que al no ser removidos, los billetes se pegaron entre sí y se rompieron, otros por el paso de los años ya estaban deteriorados y se rompían solos y quizá los que pudieron estar en buenas condiciones, simplemente desaparecieron, pues dice, no encontraron un sólo billete completo o en condiciones de ser utilizado.
Rómulo muestra un semblante diferente al desahogar la pena que le atraviesa, se siente solo, pero no lo está, admite, al recordar que a su alrededor aún cuenta con familiares y amigos que lo visitan.