“Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, reza la inmortal frase de Porfirio Díaz. México ha tratado de mantener una identidad, a pesar de esa proximidad con la “nación más poderosa del mundo”. Una de las manifestaciones culturales renuente a desaparecer, en medio de la globalización, es la del culto a la muerte. El 1 y 2 de noviembre se aviva en calles y panteones.

Sin embargo, la cercanía con nuestro vecino del norte ha acercado también, particularmente en la población más joven, la forma de festejar en la víspera de todos los santos. Como resultado del sincretismo originado por la cristianización de las fiestas del fin de verano de origen celta nació el Halloween, modernizado ahora con el protagonismo de brujas y monstruos.

Dos tradiciones con rasgos únicos, pero unidas a razón de convivencia. Para mostrar lo posible de experimentar ambas, sin desdeñar ninguna, el teatro nacional, de la mano de Amaranta Leyva y Francesca Guillén, ofrenda en estas fechas dos montajes a los muertos: La chorcha de las calacas y Los cuentos de La Catrina. Ambas conjugan con total respeto el Día de Muertos y el Día de Brujas.

“Mi objetivo como dramaturga es que los niños sientan la festividad. En esta obra La Catrina va llevando a una pequeña calaca a juntar todo lo necesario para la fiesta. Juntan la comida, la bebida y los amigos, en este año son personajes históricos: Frida Kahlo, Pancho Villa y Zapata, entre otros. La idea es que la calaca conozca el Día de Muertos, porque quiere celebrar Halloween.

“Queremos mostrar la mezcla que hay en México y más que satanizar uno u otro, lograr que se haga una fiesta de ambas. Hay una escena donde la pequeña calaca se siente expulsada de la fiesta, se encuentra en un bosque con la calabacita tierna, quien tampoco puede estar en su fiesta porque no sabe asustar. Uno y otro conocen sus tradiciones y se acompañan”, contó Leyva a Crónica.

La Chorcha… nace de la inspiración de Leyva en la labor de su padre Mariano Leyva, actor, y del reconocido José Guadalupe Posada, quien también suma “su voz” en la trama al urgir evitar la desunión: “No es necesario ponernos muros, si nos vamos a mezclar en la tierra”. Además de guiños a elementos del hoy como el Muertibus, para viajar por el tiempo; Uber o WhatsApp Messenger.

“La Catrina dice: ‘No quiero que se muera el Día de Muertos’, y la pequeña calaca le responde, ‘no se va a morir, va a vivir y se va alimentar de las cosas nuevas que lleguen’”, explica Leyva del mensaje de la puesta en escena, la cual se presenta desde el domingo 30 hasta el miércoles 2 de noviembre en La Titería, en Coyoacán. Talleres y una tradicional kermés completan la experiencia.

En otro tono de entretenimiento se presenta en el Lunario del Auditorio Nacional, hoy y el miércoles 2 de noviembre, Los cuentos de La Catrina. La inventiva de Allan Poumián pone en el centro de la historia a la familia Martínez, la cual recibirá la visita de La Catrina, embajadora mundial de las tradiciones de Día de Muertos, y Mr. Treat, embajador de las tradiciones de Halloween.

La revelación del misterio detrás de las calaveritas literarias se complica cuando uno de los cuentos de Mr. Treat cobra vida: “El Fantasma del tiempo perdido”. Con la ayuda de los embajadores de culturas tan dispares, la familia Martínez descubrirán que el Día de Muertos es la celebración ideal para reunirse y crear recuerdos para toda la eternidad.

“Es un acierto integrar algo que naturalmente hemos hecho por años. Son tradiciones que en muchos sentidos apelan a la memoria, la unidad y el juego, estas festividades nos hacen recordar que es importante. En esta obra los niños son los rescatadores de estas tradiciones. Desde antes de la globalización el Halloween nos llamaba.

“Es una buena actitud en la vida, en este momento, sumar identidades, diferencias y respetarnos en ellas. Reconocernos unos y otros, para jugar con lo que somos. En la obra, hay una desaparición de un integrante de la familia y hace tener otro tipo de conciencia, es a través de la memoria y la imaginación que podemos recuperar a esa persona querida”, finaliza Francesca Guillén.