ENTREVISTAS

¿Qué haces cuando encuentras a tu esposo en otros brazos?

01/12/2014 17:48:21
Bernardino Vázquez Mazatzi
agendatlaxcala
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Violeta aún no supera el trauma que la causó el encontrar a su esposo en otros brazos. Lo recuerda nítidamente como si apenas hubieran pasado unas horas desde ese cruel momento. Y aprieta los puños y los labios de rabia, de incredulidad, de impotencia. Y no recuerda para atormentarse, sino porque cree que no existe método para olvidar.

Ella tiene 48 años de edad y su marido 45. Dice que se casó con él por las tres leyes: “por el civil, por la iglesia y por pendeja”

Acudimos a la cita en el centro de Tlaxcala y nos invita un café en los portales. Ahí nos explica que ambos, ella y su aposo, son de Calpulalpan, que ahí se conocieron, se hicieron novios, se casaron, instalaron su domicilio y empleo y tuvieron dos hijos. Nada de otro mundo, nada especial.

Y cierra los ojos para recordar, para contestar nuestra pregunta: “Vieran que es guapo. En serio, es atractivo, varonil y hasta con un porte distinguido. En realidad fue eso lo que me atrajo. Pero además para conquistarme pues fue detallista, romántico, delicado, digamos que muy hombre. Y dicen que de más chico fue más guapo”.

“Íbamos los dos a la Facultad de Medicina a Puebla, y allá nuestra amistad se fortaleció, un poco porque éramos paisanos y otro porque pues nos ayudábamos en los estudios. Y yo nunca pensé en hacerme su novia porque tenía un pegue tremendo con las chicas. Era un donjuán, se sabía guapo y se daba a desear; yo nomás le decía, hay, Pepe, tú no tienes remedio”.

“Pues no recuerdo ni cómo ni por qué, pero pues una vez me pidió que fuera su novia y que le digo: pues sí pero para eso tienes que dejar a todas tus enamoradas porque yo no voy a ser otra más, yo no soy de esas. Y me dice: te voy a demostrar que lo que busco contigo es serio. Y pues sí, me di cuenta de que ya nomás les hablaba a las muchachas como amigas y pues ya lo acepté. Y pues no me arrepentí. Era muy atento, muy detallista; que ya me regalaba flores, que ya me regalaba un detallito, que ya me sorprendía con un disco; en fin, todo eso”

Bueno, no voy a ser deshonesta: como a los cuatro meses que empezamos a salir como novios hicimos el amor. En mi vida no era el primero y en la vida de él pues ya ni hago cuentas, ¿verdad? El caso es que digamos que esa otra etapa de nuestras relaciones nos condujo a pensar en el matrimonio. Porque, simplemente nos dimos cuentas de que nos complementábamos, que éramos el uno para el otro, que en verdad nos amábamos”

“Ah, sí, sí recuerdo cómo es que me pidió que me casara con él. Fue en una fiesta en mi casa. Estaba tocando un grupito musical y le pidió al vocalista que leyera un poema y el final me preguntaba si quería casarme con él; cómo quieres que te explique la emoción, el gusto, los nervios. Le dije que sí inmediatamente delante de todos. Fue muy bonito”.

“Sí, en verdad teníamos muchos planes. Primero pues terminamos nuestras carreras: yo de médico general y él con la especialidad en pediatría. Y nuestros planes eran que pusiéramos cada quien su consultorio para ir ahorrando y poner después una clínica aunque sea pequeña. Incluso hasta los hijos fueron planeados. Creíamos que todo debería ser en su tiempo porque buscábamos ser gente de éxito tanto económico como familiar, tanto en lo profesional como en lo social. Yo era muy feliz”

“Pues nos graduamos, cada quien puso su consultorio con la ayuda nuestros papás y uno que otro préstamo. Claro, como todo, al principio fue difícil: nos costó hacernos de pacientes pero poco a poco nos empezó a ir bien. Sobre todo a mí. Aunque él no se desesperó y también alcanzó cierto prestigio”

“¿Qué cómo era Pepe como esposo? Híjole, creo que eso es lo que más rabia me da porque era pues, en verdad un hombre en toda la extensión de la palabra. Cariñoso, atento, cumplidor en la intimidad, responsable conmigo y con los hijos. Déjame decirte que con él, a su lado, sentí lo que toda mujer busca sentir al lado de su hombre: seguridad… yo nada temía a su lado, nada me afectaba o me asustaba. Me sentía realizada, totalmente. Lo amaba por encima de todas las cosas”

“No sé qué pasó. Fue de forma paulatina e imperceptible. Pero llegó el día en que se le notaba distraído, ausente, desconcentrado; sólo eso. Le llegué a preguntar qué le pasaba y simplemente dijo nada, así como así. Hasta que una noche no sólo estaba en otro mundo, sino que me rechazó, quise acariciarlo, iniciar el rito del amor, y me alejó, apartó mis brazos y evitó mi boca cuando quise besarlo”

“Pero nunca pensé que me estuviera engañando”

“Bueno, el caso es que si en un principio sus rechazos eran suaves, inocentes, después se convirtieron en verdaderos desprecios, en francas evasivas. Si antes me contestaba que no le pasaba nada después ya me gritaba, me amenazaba con el puño para decirme: no tengo nada, carajo, no me estés chingando. Uy, eso no lo podía soportar”

“Entonces empecé a sospechar, a pensar que había alguien más”

“Pues nuestra vida conyugal se convirtió, de la noche a la mañana en un infierno. Se volvió brusco, altanero, intolerante, vulgar. Estaba permanentemente de mal humor. Hasta con los niños se volvió grosero. A mi familia y a la suya las trataba con la punta del pie. Y nadie se explicaba por qué… hasta que alguien, no sé quién, me deslizó la posibilidad que yo estaba negando: que tuviera otra mujer. Claro que yo me negaba a aceptarlo porque pues me preguntaba ¿Qué es lo que le falta a mi lado?”.

“Pues descuidó mucho su trabajo. Lo iban a buscar para reclamarle una mala atención o el incumplimiento de una cita. Iban para que les regresara dinero por una consulta cobrada por anticipado”.

“Claro que hablé con él. Pero poco o nada me dijo. Bueno, groserías sí. Y muchas y muy feas, ofensivas. Le dije: total, si soy yo pues dímelo, si algo hice o en algo te fallé tengo derecho a saberlo, incluso si tienes a otra mujer, dímelo, sé franco, directo, por muy cruel que sea lo voy a entender. No te pido que me quieras a fuerza, que vivas a mi lado en contra de tu voluntad, los hijos no tienen culpa de nada, pero dime qué es lo que está pasando… sólo se agachó, se puso a llorar y en un arranque de furia me sacó de nuestra habitación. Digamos que eso fue todo”

En esos momentos la doctora Violeta llora; su amiga le acerca un pañuelo.

Y enseguida viene la parte más difícil.

“Me fueron a ver a mi consultorio para decirme que mi esposo debía seis meses de renta y que debería ir a sacar sus cosas. Fui a ver qué pasaba y pues ya como pudimos entramos y pues que terrible sorpresa me llevé: eso no era un consultorio: era un chiquero. Pero lo que más llamó mi atención es que había mucha ropa interior de mujer. Y cuando te digo mucha es mucha: brasieres, tangas, pantaletas, medias, pantimedias, rellenos…”.

“Les juro que no imaginaba a mi esposo promiscuo, y mucho menos rodeado de mujeres pagadas. No toque nada, hice compromiso de pago con el casero y fui a ver a mi esposo que estaba en la casa y cuando le dije que me fueron a ver se preocupó mucho de si había entrado o no. No, le dije, pero por amor de Dios, dime qué es lo que pasa en tu vida, qué está pasando con nosotros, tu familia. No me dijo nada y se fue a su consultorio”.

“Bueno pues pagó su renta y casi regresa a la normalidad en su profesión pero yo pues ya tenía la espina clavada. Revisaba su ropa en busca de algo, vigilaba sus llamadas, veía los mensajes en su celular, en fin, preguntaba cómo sin querer saber si lo habían visto con alguien y no, nadie me dijo algo sospechoso. Hasta le pregunté a su mejor amigo: Valente, si sabía algo ¡No! Me dice, cómo puedes pensar eso. Y ya, sólo eso”

“Pues yo sí resentía lo que pasaba. Estaba muy afectada. De vez en vez me daban arranques de melancolía. También estaba irritable aunque con los hijos me controlaba y trataba de que no les afectara”.

“Fue el 24 de diciembre del 2013, como a las dos de la tarde cuando me fueron a ver para decirme que habían robado en el consultorio y pues era claro que no estaba ahí. Así es que fui a la casa porque estaba segura de que ahí estaba y sí, ahí lo encontré…”

“Lo que vi no se los puedo explicar porque hasta ahora yo no lo acabo de entender. Me niego a ello. No puedo y no quiero aceptarlo. Fue una sorpresa terrible, fue un cuadro horroroso… ahí estaba mi esposo dormido en la cama, desnudo, en otros brazos. Pero no de otra mujer ¡Sino de su amigo Valente! ¡Sí, me engañaba, pero con un hombre! ¡Qué asco, cuánta porquería!”

Violeta llora incontrolable. La dejamos desahogarse. Luego prosigue.

“Una mujer puede aceptar ciertas verdades por muy crueles y difíciles que sean. Pero algo como esto, no. Yo llegué a pensar que si había otra mujer en su vida pues había la posibilidad de recuperarlo asumiendo la parte de culpa que me correspondiera, cambiando mi forma de ser, luchando por el padre de mis hijos y por mi compañero, pero no se puede luchar en contra del hombre que te quita a tu esposo”

“Pues lo encaré. Lo saqué de la casa sin esperar ni aceptar explicaciones, sin querer oírlo, sin querer verlo nunca más en mi vida”.

“Sí, se fue de la ciudad, de mi vida, de todo. Lo último que supe es que vive en México con su pareja, su amigo Valente. Incluso me han dicho que viste como mujer y que allá ejerce su profesión mediante una doble vida: de día es hombre y de noche o en su casa, como mujer. Allá él. Yo por mi parte no lo perdono, no lo acepto ni como el padre de mis hijos, y no quiero verlo nunca más”

No le decimos nada, sólo la escuchamos hablar entre sollozos.

“Tú esperas una sorpresa de verlo incluso besando a una amante, mujer, y hasta que te cuenten que anda con un hombre. Pero ¿Qué haces cuando ves a tu esposo en otros brazos pero de un hombre?”

La doctora Violeta se dice dispuesta a seguir adelante por sus hijos, por su profesión y por un futuro mejor. De amor y hombres, dice, no quiere saber nada, ni ahora ni nunca. Eso es lo que nos dice.

“Ningún hombre merece la confianza total. Las mujeres pensamos a menudo en una infidelidad pero jamás imaginamos que ésta se consume con alguien de su mismo sexo. Los hombres son unos hipócritas… ¿se imaginan cuántos como mi marido tienen relaciones con otro o con otros hombres, se imaginan cuántos tienen una doble vida?”.

No le respondemos. Nos despedimos entre sentimientos encontrados.

Escritor y periodista

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