CRUZADA DE APOYO A TARAHUMARAS

Dip. Gregorio Adhemir Cervantes Díaz

Pese a la grave situación que viven los indígenas Tarahumaras en Chihuahua por la sequía atípica que los pone en riesgo de hambruna, la convocatoria y la respuesta para apoyar a este sector que por siglos ha sido vulnerable, ha sido escasa.

La sombra de la hambruna que hasta ahora se creería lejos, allá por África, es hoy una realidad cercana, más cercana de lo que creemos.

La situación de Chihuahua no es tan distante si consideramos que Tlaxcala también atraviesa momentos difíciles por las heladas atípicas que afectaron en septiembre del año pasado la gran mayoría de las cosechas del ciclo agrícola primavera-verano, de la cual depende el sector agrícola local.

La revisión de los datos revela en Chihuahua la gravedad de la situación, por ejemplo, se sembraron 45 mil hectáreas, de 120 mil programadas de maíz, pero por la falta de lluvias invernales de las cuales depende el cultivo, toda la cosecha se perdió.

Este siniestro arroja pérdidas por 3 mil millones de pesos, y lo peor, un grave desabasto del grano que es el alimento básico de las regiones de alta y muy alta marginación de la Sierra Tarahumara.

La hambruna es inevitable, ya que los cultivos dañados son utilizados por la población para autoconsumo.

Con ello, la sequía atípica ha puesto a Chihuahua frente a la mayor catástrofe de la que se tenga registro en el estado y que deja al menos 500 mil afectados, de los que 125 mil son indígenas.

Para dar una idea de los estragos, el número de afectados representa a casi la mitad de la población tlaxcalteca, que de acuerdo a las última estadísticas asciende a un millón 169 mil habitantes.

En medio de este panorama los rarámuri o tarahumaras, asentados en la parte más inaccesible e inhóspita de la Sierra Madre Occidental de Chihuahua, enfrentan una apremiante escasez de alimentos por la sequía que azota la región

Peor aún, las bajas temperaturas, han puesto en grave estado de vulnerabilidad y de peligro por hambruna a la población tarahumara que atraviesa por momentos de emergencia humanitaria y requiere de la participación de todos.

Sin embargo, como lo expresé ante el pleno al resto de los legisladores, me parece que es escasa la convocatoria al apoyo humanitario en beneficio de los indígenas tarahumaras, cuando se trata de una emergencia que enfrenta un sector de nuestro país; no podemos ignorar aquellos a quienes la ciudadanía ha dado la tarea de velar por los intereses comunes y procurar su beneficio, sobre todo en los más desprotegidos.

Ante este panorama, es necesario iniciar una gran cruzada de solidaridad y apoyo a los tarahumaras con la participación de instituciones educativas y la sociedad tlaxcalteca.

De inicio, propuse convocar a una reunión de coordinadores de los Grupos Parlamentarios, a través de la Junta de Coordinación y Concertación Política, para acordar un mecanismo que permita enviar ayuda humanitaria a los tarahumaras que actualmente se encuentran en graves problemas por la escasez de alimentos.

La propuesta también incluye que el Congreso local sea el centro de acopio que reciba los apoyos y sea a través de sus diferentes representaciones parlamentarias como se supervise y vigile la distribución, a efecto de dar garantías a la población de que los beneficios lleguen a su destino.

Al mismo tiempo, a mis compañeros de la LX Legislatura les pido realizar una contribución económica o en especie para apoyar a la supervivencia de la región.

Creo firmemente que en momentos como estos es preciso enaltecer el principio y valor universal de la solidaridad humana, apoyar a los que menos tienen o no tienen nada, como es el caso de los indígenas tarahumaras, es parte de lo que nos hace vernos como una sociedad unida y humanizada.

A través de estas líneas -como lo hice en su momento en el pleno del Congreso- exhorto a los órganos de gobierno de la administración pública estatal, a las instituciones educativas y al pueblo de Tlaxcala en general, ha impulsar una gran cruzada de solidaridad y apoyo hacía los indígenas Tarahumaras.