Alberto Méndez Aguilar

Cayendo en las redes

En la era de internet, uno de los fenómenos más llamativos es el de las redes sociales. Su entramado es abarcador y su impacto en los hábitos de millones de personas es patente.

Se trata de un fenómeno mayúsculo que también genera su propia mitología, muy destacadamente el señalamiento de que las redes sociales son, por definición, un espacio autónomo de expresión ciudadana.

Cualquiera se impacta al conocer las cifras de la clientela de los sitios dedicados a la interacción. Facebook reporta alrededor de 50 millones de usuarios en México, lo que supone que la inmensa mayoría de los que acceden a internet se afilian a ese sitio. Twitter, a su vez, reporta algo así como 10 millones de usuarios. Medio país, pues, está en eso de las redes. ¿Eso ha cambiado en algo nuestra circunstancia social? Según se vea.

Por supuesto que las atroces condiciones de nuestro entorno social, agravadas hasta lo inimaginable, no son culpa de Facebook ni de Twitter que no fueron creados para sustituir gobiernos. Estos espacios acaso sólo han servido de eco de muchos de los casos que ha conmovido a las audiencias pero sobre todo, al menos en nuestro país, han mostrado una dependencia muy clara de los espacios tradicionales de información pública.

Probablemente allí se ubique uno de los grandes mitos de las redes que casi son nada si alguno de esos medios tradicionales no les dedica alguna mención.

Espacios informativos de televisión, principalmente, radio e impresos tiene ya secciones dedicadas a lo que se dice en las redes. Los temas  registrados en esas secciones alcanzan un rango distintivo. Y se ocupan de asuntos con algún grado de interés público así este interés tenga que ver con nuestros instintos más primitivos como el de divertirse porque alguien resbala al filo de una alberca.

¿Si esos hechos no fueran destacados por la prensa tradicional (insisto: la tv, en primer término) impactarían con la misma fuerza? Seguro que sí pero su consumo se vería desagregado: cada cual en su fuero interno (computadora o dispositivo móvil) otorga un like y se integra a la consonancia pero queda fuera de la resonancia.

La tv ha sido el gran amplificador de los grandes temas de las redes. Millones supieron del #yo soy 132 por los espacios que ganó en la prensa tradicional, por las entrevistas a sus líderes en los horarios estelares de información periodística.

Con distintos énfasis y nuevos problemas la agenda del interés público la siguen marcando los medios tradicionales, con la TV a la vanguardia. Las redes, con todo y  su extraordinaria amplitud, son apenas subsidiarias de la realidad televisiva.

Y son más dependientes aún porque los temas que absorben a sus clientelas son muy acotados. En estos espacios el entretenimiento es el rey y lo interesante es ver de qué se nutre dicho entretenimiento.

Según reportan los propios sitios, los temas más buscados en internet durante el 2014, en México, fueron - en distinto orden, según la fuente- el Mundial de futbol en Brasil, la muerte del actor Robin Williams y la reaprehensión de El Chapo Guzmán. En Yahoo, las búsquedas sobre el caso de Ayotzinapa ocuparon el lugar 5, superadas por las relacionadas con la vedette Kim Kardashian , mientras que en Facebook el tema de los normalistas fue el número 9. En Google los más buscados fueron el Mundial de futbol y Robin Williams, un poco más abajo estuvieron Chespirito y Jeniffer Lawrence.

Lo anterior revela otra dependencia de las redes: para el entretenimiento, las fuentes primigenias y acaso únicas son el show bussines y su Meca: Hollywood;  el futbol y su santa sede: la FIFA.

Con esas tendencias, según las cuales  millones de usuarios viven casi de tiempo completo conectados a temáticas tan dinámicas como previsibles, resulta difícil dar a las redes ese look de movilidad social que con alguna interesada ligereza se les atribuye, sobre todo en temas políticos.

Según la mitología desarrollada en las agencias estadounidenses, las redes sociales hicieron posible el arribo de Obama a la presidencia, la Primavera Árabe y las recientes protestas masivas contra el gobierno chino. Demasiados milagros para una herramienta cuyo mayor uso es la gestión de contenidos de entretenimiento.

Aunque hay otros tramos de las redes dignos de abordar, como los relacionados con la interactividad y los apetitos y necesidades emocionales de los usuarios, por el momento nos quedamos con estas reflexiones y con un colofón más que provisional: las redes sociales nos deben aún un salto de calidad  que iguale en los hechos las expectativas que provoca su mitología.