¡Qué emoción darles justamente éstas palabras en fechas de celebración de amor! Lo más fundamental y subjetivo, incomprendido y perseguido en la historia de la humanidad. Por encima del poder, de la seguridad, del éxito, de la reproducción incluso, es nadie si no el seductor amor quien goza de más popularidad dentro de la búsqueda de la raza humana.

En el artículo de etimología dejamos pendiente éste tema. Vivir con conciencia es también verificar la utilidad del aprendizaje de nuestros antepasados en sus formas más esenciales, como son aquellas que van directamente lazadas a nuestro aprendizaje de vida, o “espiritual” como llaman algunos.

Lo cierto es que el debate no reside en si hay o no espíritu, ya que hay cosas inmutables desde nuestro conocimiento de la historia y esto casi siempre tiene que ver con como abordamos “el mito de psique” en la vida cotidiana.

La primera vez que vi la estatua de “L’amour et psique”  fue en una postal. De eso hace ya casi quince años. Estaba en la escuela (donde obviamente no me habían enseñado sobre cultura general, cual escultura greco-romana) y desde entonces desarrollé una gran fascinación por la obra de Miguel Ángel.

Sus perfectas líneas hiperrealistas escondían sabiduría milenaria, como tantas otras obras que atraen instintivamente a aquellos que están preparados para sensibilizarse ante sus enseñanzas. Años después, lo fascinante de verla en vivo en el Louvre opacó mi interés por sobre obras como la Gioconda y el código de Hammurabi.

Sucumbí ante algunos cuadros de Delaroche y otros tantos que no son tan famosos, pero en realidad la obra que más quería ver era esa donde Cupido se entrelazaba en un acto tan suave, sutil como dolorosamente contorsionista, con su amada psique en eterno mármol.

Años después comprendí su magia y que quería decirme. Bastó leer el mito. Cabe señalar que los mitos tienen versiones diferentes y yo me iré con la mía.  Primeramente, Cupido (El amor, un ser alado, hijo de la diosa de la belleza, Afrodita) y Psique (menor de sus hermanas, poseía una extraordinaria belleza) en la escultura y en la mayoría de su exposición pictórica son expuestos con figuras infantiles, jóvenes.

Es tanto así que estamos acostumbrados a ver a Cupido como un niño con alas y muy travieso. Al analizar la mitología es importante saber que nos quieren decir los personajes: Cupido no es un niño, es inocente ¿Otros ejemplos?

El zodiaco. Cuando se deja ver algún animal éste normalmente representa una cualidad en vez de al animal en sí. Ejemplo, mi signo zodiacal: Cáncer. El cangrejo representa la dureza externa que protege a la suave carne interior. Los cangrejos caminan “hacia atrás”, o más bien del lado y suelen estar cerca de su madriguera para esconderse en caso de peligro.

Son las tendencias de los “nacidos bajo el signo”, temerosos, no les es fácil arriesgarse, enfocarse, etc. Lo mismo pasa con muchas figuras que están presentes gracias a las logias antiguas, como el león o las águilas, y en nuestra cultura de conquistados, podemos ver en las conchas de los templos católicos una forma de adorar a Tlaloc.

El inocente Cupido es enviado por su madre, la belleza, que es una Diosa envidiosa, celosa, vengativa, para clavar una flecha en psique que la hiciera enamorarse de un hombre ruín. Es su hijo quien cae prendado de la bella Psique y tira la flecha al mar.

Cupido la lleva a su castillo donde sólo le ama de noche, ocultando a su esposa su identidad. Ella respeta la preferencia de su marido hasta que su celosa hermana siembra la duda en ella y la predispone a traicionar a su esposo, alumbrando su rostro con una lámpara cuyo aceite caerá quemándole.

Cupido, desconsolado por la traición, regresa con su madre, quien al verle sufrir accede a la relación entre ambos si la arrepentida Psique consigue cuatro pruebas de amor, la última de ellas ir al infierno. Psique está a punto de matarse cuando “escucha una voz” que le dice que hacer para llegar hasta Perséfone quien le otorgará en una caja belleza como favor a Afrodita.

Al abrir la caja tentada por robar un poco para sí, cae en ella un tipo de maldición que la adormece. Es Cupido ahora quien salva a psique para después casarse con ella mientras Afrodita baila feliz en el enlace.

No pretendo dar mi percepción del mito, si no hacer unas preguntas al lector: ¿Qué crees que signifique Afrodita? Tal vez el orgullo que nos da el ego, la belleza. Tal vez a la suegra mala onda que se mete hasta en el caldo, o tal vez solo un recurso para la historia…

¿Qué pasa con la inocencia de los amantes durante las pruebas y que los hace estar juntos al final? (pregunta del millón) ¿Por qué Cupido del dolor orgulloso pasa a comprender que psique lo necesita? ¿Por qué la tentación de psique ante la caja que contiene la belleza que le otorga la esposa de Hades?

Hacernos preguntas así es fundamental al leer historias como éstas. En otros casos, también, el mito de Psique y Cupido, más en el arte, representa la pasión y la razón, y su relación dentro de nosotros.

El alma, lo terrenal, lo que nos embellece (Dios nos vería bellos más por mortales que por otra cosa, como para nosotros un cachorrito que intenta salir de una jaula con sus patas queriendo hacer el trabajo de una mano es exquisito).

El amor, la pasión, lo que nos lleva, lo divino, lo que perseguimos pasando por varias pruebas, por varios tantos de vaivenes hermosos por lo salvaje de su naturaleza. La razón y la pasión, amor y lucha eternos que hacen de los hermosos inocentes los que regresan de las pruebas como aptos para convivir con la vanidad sin que los devore.

El encontrar éste tipo de símbolos nos permite reconocer la sabiduría sin acceder demasiado a textos que otros hicieron para nosotros. Cada uno de nosotros tiene una forma nueva, inexplorada, totalmente bella de ver la “sabiduría”.

Eso que llevó a los hombres a poder ver un ocaso y despreciar el oro, porque sabían que el oro, que ya habían adquirido, no brillaría jamás como el sol que pincelaba el ocaso y no veía distinciones en su enriquecer a los hombres. Es ver la manzana como símbolo del conocimiento en vez de un fruto que les gusta a las serpientes, y saber por qué Adán y Eva sentían vergüenza, porque su desobediencia los hizo darse cuenta que estaban desnudos. Es saber que la discordia está presente siempre, tentando con manzanas a los que se rigen por el ego de la fuerza y el poder, o del conocimiento, o de la belleza.

Saber que un elefante simula la realidad en medio de tantos ciegos que lo tocan, porque siempre será muy grande para ser tocado entero por manos mortales, o que la cueva de platón solo sirve para hacernos saber que nuestra ceguera nos encarcela entre sombras a las que nos aferramos hasta llegar a matar a otros.

Nos permite ver el pasado, y a través de él, tal vez decidir nuestro futuro. Nos permite ver errores cometidos para no cometerlos, virtudes antes conquistadas para sabernos posibles conquistadores.

No será importante decir que más adelante supe que la escultura no era de Miguel Ángel, si no de Antonio Canova. Daba lo mismo ahora, si eso solamente deja aún más claro lo inevitable. No somos nosotros quienes quedamos en la historia, ni importa realmente la figura deformada, la fotografía enmohecida de juicios que pueda quedar. Lo que trasciende es la obra y punto.

Lo que trasciende nos deja de pertenecer y pierde apellidos cuando se pare, cuando se casa con la humanidad y le jura devoción eterna, tributo a su belleza, que es lo que nos inspiró a ser alquimistas de alma, y transformar nuestra pasión en esfuerzo y trasmutar la obra de la tierra en un sagrado hijo, como siempre con un poco de ambos padres, tan mármol como estatua, tan aire como canción, tan humano como etéreo. Y viven, pero, por más que nos duela, aunque vivan más, igual son mortales.