Nuestro país es muy rico hablando cultural y artísticamente. Y claro que hay muchos espacios artísticos abiertos al público en general -me refiero a los museos concretamente-, pero debe desarrollarse una nueva visión, en la que los ciudadanos y el Estado crezcan conjuntamente, en un mercado mundial cada vez más competitivo.

La cuestión es, en nuestro país hay fomento y producción artística de calidad internacional, pero a la gente no le interesa demasiado y consecuentemente no asiste a los museos. Pongamos un buen ejemplo.

Hace ya más un año que se inauguró el grandioso e imponente nuevo museo Soumaya en la ciudad de México, por parte de la iniciativa privada. En donde convergen obras maestras de Ribera, El Greco, Monet, Rodin y Rubens- por citar a algunos- y hasta el día de hoy no he sabido de ningún esfuerzo o acción por parte del Estado para fomentar o publicitar esta joya del arte universal.

Claro, hablar de la indiferencia de una sociedad o el cómo se relegan los proyectos culturales en nuestro país por parte del Estado son dos cosas diferentes.

Pero si a una sociedad que está cada día más necesitada de humanidad y reflexión, se le limitan los accesos a la sensibilidad que el arte ofrece, entonces que no nos sorprenda que el pueblo y los extranjeros; sólo conozcan de nuestro país las playas y las más ostentosas discotecas cuando salen de vacaciones a los muchos destinos turísticos que  éste ofrece.

La desinformación cultural y artística en nuestro país siempre ha sido un problema a considerar. Su servidor más de una vez se ha lamentado y molestado por no enterarse a tiempo de exposiciones importantes, pero la información está ahí y si hay modo de disponerla, pues entonces tenemos mucho que hacer.

Nosotros como sociedad tenemos el privilegio de ponderar el papel del arte y la influencia que éste ejerce en nuestro mundo moderno. Y  si a nosotros nos gusta ir al museo, pues entonces hay que invitar a más personas a ir.

Y si el Estado no hace grandes cosas para fomentar la cultura, pues entonces hay que abarrotar los museos y las pinacotecas, para que el Estado se vea forzado a poner mayor atención en las cuestiones culturales.

Es indudable que el interés del pueblo determina gran parte de la iniciativa gubernamental, entonces sólo hay que recordarles a nuestros servidores públicos que el arte nos gusta y queremos más.