Dime qué prometes y te diré cuanto piensas cumplir

Desde finales del año pasado, concretamente la tercera semana de diciembre, la pasarela más grande, aburrida, pedante y seguramente costosa de México inició su temporada grande.

Entre las potenciales proezas del modelaje político, nos encontraremos indudablemente con todo tipo de excéntricos personajes: "López Portillos" que hiper juraran defender la economía; "Magazos" que construyen, aparecen y desaparecen todo tipo de obras; "Hadas madrinas" con varitas mágicas en mano, creando tantos y cuantos empleos sean necesarios; "Madre Teresas de Calcuta" que abrazan, besan y lamen las heridas de cuanto se les pone al frente.

En fin, toda la fauna que habita en la viña del señor, emergió para gastar su saliva, sus pesos y los pesos de los contribuyentes, todo con la finalidad de ser favorecido por un electorado cautivo, al que pocas opciones le quedan y que pese a sus intenciones por escoger de entre los menos peores, al final termina sintiéndose poco menos que usado.

Cierto es que el andamiaje jurídico que al respecto existe, no es el más propicio para que las mas elementales propuestas ligeramente sensatas afloren, es decir, el dilema al que se enfrentan candidatos y partidos políticos es cómo llamar la atención de cientos de miles de ciudadanos y potenciales sufragantes (no se molesten en buscar en el diccionario, la palabra me la saqué de la manga) que seguramente están más preocupados por el partido de futbol que televisarán determinado fin se semana, o por la última declaración escandalosa de su artista favorito, vaya hasta con los chismes de twitter, que nadie entiende de bien a bien de dónde y cómo salen, pero de los que todo mundo termina enterándose (véase #LibreríaPeñaNieto).

Los mini spots que de acuerdo con el Reglamento en la materia, son de apenas 20 segundos antes del inicio de las precampañas y campañas, y 30 segundos a partir del inicio de estas, es a todas luces un esquema en el que no cabe nada que pueda contener alguna propuesta, plataforma o al menos una simple idea que valga la pena.

Cómo explicarle a ese individuo que esta champlado en su sillón, la manera puntual en que se van a generar más y sobre todo mejores empleos; cómo hacer para ya no digamos exterminar a las bandas delincuenciales, sino al menos paliar las cifras de ejecutados por doquier; el cómo ese mismo candidato y su partido político, romperán la brecha que tradicionalmente los ha desarraigado de sus distritos electorales, de la puerta a la que una vez tocaron para solicitar su confianza en las urnas.

Considero que las reformas constitucional de 2007 y legal de 2008 fueron acertadas, premiando indudablemente a la equidad entre los candidatos, propiciando al menos en teoría, una contienda en que las ideas y propuestas, sean las vías idóneas para que la sociedad acceda y se interese por los asuntos que por supuesto deberían ser de su elemental incumbencia.

Pero como ya lo mencionada, con ese diseño poco se puede hacer.

De nuestra incipiente democracia “spotizada”, convertida pues en un sistema enfocado casi por completo a los medios masivos de comunicación (caros y eficaces, pero poco eficientes), surgen como es de esperarse, dinámicas agresivas de bombardeo hacia las pantallas con mensajes poco menos que basura. Verbigracia el ya clásico el spot “Un peligro para México”, del Consejo Coordinador Empresarial en las elecciones concurrentes de 2006, ejemplo claro en que las ideas y el debate pasan a segundo plano, triunfando la descalificación.

Del mismo modo no faltan los vivales que ante espacios gratis en radio y televisión, sacan todo el jugo que pueden, ejemplo de ello: la campaña “Pena de muerte a violadores y secuestradores”, del Partido Verde Ecologista de México desde finales de 2008, quienes evidentemente aprovechando (literalmente) la psicosis colectiva que desde aquellas fechas permea en el país, juegan con los sentimientos y el hígado de la ciudadanía.

Y es que dicha campaña no solo fue una tomada de pelo más, sino que material y legalmente, trastocó los niveles de total fraude (que a mi parecer debió haber sido sancionado por el IFE) pues es bien sabido que en el país la pena capital fue formalmente abolida en 2005 del sistema legal mexicano, no obstante ello, el Estado Mexicano ha suscrito y ratificado diversos tratados internacionales a favor de la erradicación de la pena de muerte, ejemplo de ello es la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), que en su articulo 4.3 establece que en los países que la hayan abolido, simplemente y llanamente no podrán restablecerla. Ven el tamaño del fraude orquestado por el “Niño Verde” y el boxeador de tres pesos Kahwagi?

Otro ejemplo claro y mucho más fresco, de spots sin contenido, propuesta, plataforma… Vaya Nada!! Es el que casi todos los días escucho por las mañanas al sintonizar mi estación de radio favorita (Radio Universidad, por si les interesa), aquel en que una voz muy amable, te habla acerca de un mexicano “nuevecito”, en clara alusión a un neonato y enuncia las necesidades del mismo, que más que ser resueltas por un candidato o un partido político, parecen ser las que solo un padre (sistema paternalista) puede cubrir, las “grandes preguntas” de México, y justo cuando esperas que aquella amable voz te diga, aunque sea de dos patadas, cómo lo va a hacer, cómo va a cubrir todas esas necesidades que los neonatos y en general todos los mexicanos (tratados como niños, según se aprecia en el spot), solo se concreta a pedir tu voto y a comprometerse a contestar cuando se “encuentre gobernando”. O sea, piden el voto para solucionar todos nuestros problemas pero no nos dicen cómo pretenden siquiera hacerlo y se concretan a: “tú vota y después vemos”.

Del partido Acción Nacional no hablo porque sinceramente no se me viene a la cabeza un spot en concreto, tal vez porque son tan malos que no son posibles de retener, pero desde luego no dudo ni un momento que la mayoría de sus mensajes audio visuales también son enteramente faltos de propuesta y sustancia. A modo de ejemplo enuncio no un spot, pero sí una declaración que Creel Miranda realizó en tierras tlaxcaltecas; “con menos balas y mas inteligencia vamos a poder sacar adelante al país”. La ecuación aritmética que nos propone aquel que en 2000 fuera derrotado por López Obrador y en 2005 por Calderón Hinojosa, lejos de despejar dudas, genera nuevas interrogantes; ¿menos balas? ¿Cómo cuantas menos? ¿Más inteligencia? ¿O sea que la guerra iniciada por su propio partido, no está siendo dirigida con inteligencia?

Entienden a lo que me refiero, lejos de proponer santo y seña de los problemas, y sus propuestas concretas para solucionarlos, el sistema de spots privilegiado por le legislación electoral, atiza la problemática planteada. Con 30 segundos no solo es imposible dar fondo y forma a las plataformas políticas que los candidatos están obligados a presentar como mero requisito para la inscripción de sus candidaturas y obligados a difundirlas durante toda su campaña, también es imposible que el electorado cautivo diferencie de una plataforma a otra, más allá de los colores de los partidos o peinados (copetes) de sus candidatos.

Ante tal escenario no catastrófico, pero sí completamente desalentador, se yerguen oportunidades y llegan a nuestra mente, nuevos formatos para concretar lo que ya con anterioridad señalé como un acierto (reforma electoral 2007-2008). Por ejemplo, porqué no desaparecer esos molestos micro spots de 30 segundos, cuatro por cada hora, mudando a un programa de debate entre los candidatos de 30 minutos de duración por única ocasión al día. Este formato, sería sustancialmente un incentivo para fomentar el debate de ideas y contraste de propuestas por parte de los partidos políticos y sus candidatos. Lo anterior, sin menos precio alguno al papel de las redes sociales, que a cuentagotas comienzan ya a formar parte de la dinámica político electoral mexicana.

Pero como siempre hay un “pero”, debido al reloj legislativo, no podría concretarse una modificación de este tipo o de cualquier otro para los comicios de julio de este año, puesto que es de conocimiento general que cualquier reforma de carácter electoral debe promulgarse y publicarse al menos noventa días antes de que inicie el proceso.

Sin embargo, ejercicios como este, nos ayudan a dar rienda suelta a la imaginación, principal insumo para concretar no solo modificaciones a un Reglamento que regula los tiempos de radio y televisión en materia electoral, sino para aquellas grandes reformas y cabios sustanciales que nuestro país necesita y no se puede seguir dando el lujo de postergar hasta el infinito.