Juan Ramón Nava

Seguramente que los días al frente del Cobat ya están contados para la política y académica Josefina Espinoza Cuéllar, y tal vez su salida de esa institución no venga por órdenes de quien despacha en Palacio de Gobierno, sino por el peso de sus propias acciones pero, sobre todo, por las muestras de rechazo en su contra. Bien dicen que siempre el hilo se rompe por la parte más delgada.

En poco más de un año que lleva al frente de esa institución, una de las de mayor importancia en Tlaxcala, Espinoza Cuéllar ha sorteado temporales poco favorables para su causa, y su permanencia no obedece precisamente a cualidades de una política de altos vuelos, sino más bien a circunstancias de confort que poco a poco han entrado en un proceso de descomposición.

Desde su arribo en agosto del 2012, cuando suplió a Baltazar Lumbreras Tehózotl, su estancia en el Colegio de Bacilleres de Tlaxcala se ha ido complicando gradualmente, ha enfrentado reclamos de la planta docente que exigen, y con justa razón, mejores condiciones de trabajo.

Luego tuvo que ejecutar diversas suertes, dignas de un verdadero diestro, para sortear la inconformidad de padres de familia que demandaban molestos, tambien justificadamente, una explicación sobre la reubicación de alumnos que estudiaban en Tizatlán, y que a falta de instalaciones propias en el plantel 24, tuvieron que ser colocados en instituciones de Tlaxcala y Panotla, graciosamente la funcionaria admitió que el Cobat enfrentaba esa realidad en aquella comunidad.

Pero quizá lo más grave en el comportamiento político de Espinoza Cuéllar esté centrado en dos vertientes, una, su relación laboral con el Sindicato de Trabajadores del Cobat, el Stacobat, y la otra, la intentona de despedir a casi un centenar de trabajadores de esa institución que, lo único que han hecho, es mostrar su enojo por la falta de tacto y sensibilidad de la servidora.

Ello y la falta de un sagaz asesoramiento político, le ha significado un desgaste que la funcionaria resentirá en breve, toda vez que el malestar del personal que labora al interior del Cobat se ha generalizado en contra de su directora y, por lógica, tendrá sus repercusiones y consecuencias. Será una manifestación de tres bandas, el Ejecutivo, el Legislativo y el trinomio Espinoza Cuéllar, personal de confianza y sindicalizados, el resultado natural de esa jugada, la salida inobjetable de la funcionaria educativa.

Vamos por partes. El Ejecutivo tlaxcalteca ya tiene en su poder un documento en donde trabajadores del Cobat hacen varias denuncias, tal vez, como los propios trabajadores lo admiten, de forma anónima por temor a represalias, pero el hecho es que destaparon una cloaca y pusieron el dedo en la llaga, es decir, si el Gobierno priísta no atiende esas manifestaciones de enojo, éstas podrían convertirse en una bomba de tiempo.

Por qué el Legislativo tendría que afrontar un costo en este entuerto que, da la impresión, sólo se trata de un asunto interno del Cobat? Pues muy sencillo, porque su Comisión de Finanzas y Fiscalización, encabezada por otro priísta, Carlos Augusto Pérez Hernández, aprobó recientemente los estados financieros de esa institución.

La determinación de los señores legisladores no tendría nada de extraordinaria, si no fuera por un pequeño detalle, que el Órgano de Fiscalización Superior detectó serias irregularidades, principalmente administrativas, en el manejo de los recursos públicos que le son asignados al Cobat, y vaya que la cantidad no es una minucia, son millones los que están en juego y que no fueron aplicados correctamente. Otra bola de nieve, que podría convertirse en un alud de inconformidades y reclamos, tanto para los diputados y como para Espinoza Cuéllar.

No menos importante resulta la confrontación abierta de la funcionaria con los dirigentes sindicales del Stacobat, su falta de tacto político le abrió innecesariamente un frente de hostilidades que también le significarán dolores de cabeza, lo dicho, cada quien desde su trinchera defenderá sus argumentos y su posición.

Resultaría hasta infructuoso abordar el tema de la relación incomoda entre trabajadores de confianza y Espinoza Cuéllar, a quienes la académica, con un argumento pueril, pretende despedir, o al menos eso es lo que deja entrever el hecho de que les esté solicitando, por cuestiones administrativas, la renuncia inmediata a sus puestos.

Creo, desde mi particular punto de vista, que todo este escenario de adversidad generará algunas aristas que dejarán un mal sabor de boca en unos cuantos, pero una amplia risa de satisfacción en unos muchos. Así es esto, no siempre se gana, no todo es eterno, y Josefina Espinoza Cuéllar lo sabe, así como sabe que sus días como directora del Cobat están contados. Sostenerla más sería un acto de terquedad, pero la política, y más la local, está llena de obcecados, y eso ella también lo sabe.

SIN CORRECCIONES... Vivo momentos difíciles en mi vida personal, pero afortunadamente tengo amigos, y algunos me han demostrado el valor y significado de la palabra amistad. Otros, que creí lo eran, han aprovechado mis caídas para burlarse y, en contraparte, falsamente celebrar la estupidez, con máscara de felicidad, de otra persona. La vida pone a cada quien en su lugar tras tocar fondo por cometer errores, yo cometí los míos, toqué mi propio fondo y la vida me puso en mi lugar, fue una lección con un costo demasiado alto y también con mucho dolor, pero la aprendí. Hoy, sigo en pie y seguiré luchando hasta donde mi Dios me lo permita, irónicamente, esa fue su enseñanza.