Alberto Méndez Aguilar

El día después

La elección de este 7 de junio estará trascurriendo cuando estas líneas se publiquen. Al final de este domingo los resultados serán conocidos y ampliamente divulgados. Probablemente las tendencias se confirmen. La eventualidad de una sorpresa mayúscula pasó por la mente de muy pocos. En los estados que eligen gobernador(a) seguramente habrá tensión y queden aún por venir horas de angustia.

Si se cumplen los pronósticos, el gobierno de Enrique Peña Nieto, contra viento y marea, habrá conseguido lo necesario para mantener el control político administrativo de la nación y podrá, con la ayuda de sus aliados, culminar su plan  de reformas.

No deja de ser paradójico  este momento pues en la hora en que el grado de aceptación del presidente roza los suelos (de 44 por ciento en marzo a 21 por ciento en mayo)  su partido está a un paso de dominar el congreso federal para aprobar las leyes secundarias de las reformas estratégicas, o sea, la puesta en práctica de dichas reformas.

Y más contrastante con lo que ocurre en el resto del planeta en donde los grandes poderes se requebrajan ante la inoperancia de sus planes y las exigencias ciudadanas.

En el mundo pasan cosas así. Basta ver el resultado de las elecciones autonómicas  y municipales en España en donde el gobernante Partido Popular, aun manteniendo su  preponderancia, perdió 10 puntos, en comparación con el 2011, y con ello todas sus mayorías absolutas. El PSOE perdió menos pero estuvo 2 puntos por debajo de la elección anterior. Lo más significativo es que el bipartidismo que había caracterizado al país quedó roto con la irrupción de nuevas formaciones que además serán gobierno en Madrid y en Barcelona.

Los escándalos de corrupción en aquél país han sido ampliamente difundidos y la marca España se ha deteriorado velozmente. De ser reconocidos por las proezas deportivas de los Casillas, Iniesta, Ramos, Nadal, Gassol, los españoles pasaron a ser referencias de Bárcenas, Pujol, Rato, OHL y varios más metidos hasta las manitas en  dobles contabilidades, lavado de dinero, sobornos y corrupción en general. Bueno, hasta la cantante Isabel Pantoja está en la cárcel por lavado de dinero. Sin duda que los votantes castigaron toda ese vergüenza y, sin caer todavía,  el gran perdedor fue el gobierno de Mariano Rajoy.

En relación a  México, volvemos a preguntarnos si pese a la caída en picada de la aprobación de Peña Nieto, de la mala imagen del PRI, de la virulencia del pleito entre panistas, de la estafa Verde, la votación de este domingo legitimará al gobierno federal  y aplanará  el camino de las reformas, su gran proyecto.

Algunos piensan que el pasmo –cuando menos- del gobierno federal ante los actos de violencia, de vandalismo y de sabotaje de las elecciones es una estrategia oficial, vale decir, que deja crecer la tensión a propósito. Si la especie fuera cierta, podríamos esperar una actitud distinta luego de este fin de semana. Cabría esperar que ,fuera como fuera, con la elección ganada, el gobierno ahora sí asumirá sus funciones y el legal monopolio de la fuerza. Cabría esperar.

Aunque la suma de total de votantes supere, con mucho, al número de activistas de la SNTE 22, la Ceteg y afines, el ambiente de ruptura de la legalidad es ya una herida profunda en el país y se ha convertido en el gran pretexto para que este no avance. No hay productividad, no hay empleo suficiente, hay deserción escolar; las personas abandonan sus comunidades. Los productores, los pequeños comerciantes, sufren extorsión y secuestro.  

Quien sea que haya ganado, los ciudadanos queremos saber ya y ver qué hará la autoridad para, después de contar los votos, arreglar estos asuntos tan graves.