José Javier Reyes

El Saber es patrimonio de la humanidad. La difusión del conocimiento no se puede frenar con pretextos tan fútiles como los derechos autorales. Por eso en México los pasantes de casi todas las licenciaturas de cualquier “Uni” que se respete (o no) aplican el popular recurso de utilizar material de otras tesis, libros más bien descocidos y páginas web un tanto olvidadas para darles un nuevo brillo y convertirlas en novísimas tesis de licenciatura, maestría o inclusive, hacerles el honor de integrarlas a una tesis doctoral.

Las palabras fraude, fusil, plagio y sinónimas no reflejan el trabajo de compilar el saber ajeno para hacerlo propio. Es por ello que proponemos el siguiente glosario que el tesista puede utilizar apropiadamente para explicar  sus desinteresados esfuerzos.

1. Tomas un texto sobre el tema de la tesis y para no caer en contradicciones y en inconsistencias, le das una ligera revolcada de principio a fin. Refieres un montón de libros de bibliografía porque en efecto, el autor inicial consultó esos libros. Te cachan en la maroma y te acusan de plagio. Respuesta: “hice un cover del otro libro”.

2. Te encuentras algunos libros de tu abuelito en el desván de la casa. Confiado en que nadie los conoce, le mochas lo que puedes y armas tu tesis con este pedacerío. Pero alguien se acuerda de los párrafos completos que  te fusilaste. La razón: “fue un material reciclado”.

3. Aprovechas las obras completas de un autor más o menos conocido. Para tu desgracia, resulta que el interfecto está vivo y te reclama por haberte plagiado sus trabajos. Por supuesto que lo niegas: “le estaba haciendo un homenaje”.

4. Localizas una tesis que puedes maquillar para hacerla pasar por propia. Usando un diccionario de sinónimos y tus innata capacidad de improvisar. Te ponen enfrente la tesis re-usada y te señalan que prácticamente son la misma. “Claro, hice mi propia versión de ese trabajo”.

5. Armas un compendio de varios autores hablando de un mismo tema. Los párrafos son pequeños, con la esperanza de que nadie se dé cuenta. Nunca falta un “investigador” que te descubre, pero tú ya tienes la respuesta: “hice un compendio sobre el tema.”

6. Tienes que entregar tu tesis para el lunes y ya es sábado. Para colmo de males andas crudo. Usas un recurso extremo: bajas de internet una tesis entera y le pones unas comillas al principio y otras al final. Antes de que te cachen, aclaras: “quise hacer una cita textual”.

 El ingenio es un recurso que todo buen mexicano debe poner en práctica. Nadie es nunca culpable de nada, mientras tenga una buena excusa.