Una verdad impertinente es siempre peor que una mentira. Un juicio fuera de lugar necesariamente se vuelve insulto. Es por ello que la columna  del exdirector de TV UNAM, Nicolás Alvarado, “No me gusta Juanga (lo que le viene guango)”, publicada por Milenio, causó más irritación que la picada de un enjambre de mosquitos, hasta provocar su salida de la institución.

¿Qué fue lo que dijo el excomentarista de Cultura de Televisa venido a funcionario, sobre el Divo de Juárez? Solamente que: “conozco unas pocas de sus canciones que, confesaré, me han bastado para identificarlo como uno de los letristas más torpes y chambones en la historia de la música popular, todo sintaxis forzada, prosodia torturada y figuras de estilo que oscilan entre el lugar común y el absurdo (…) Me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas, su histeria no por melodramática sino por elemental, su sintaxis no por poco literaria sino por iletrada”.

"Nicolás escribió lo que me hubiera fascinado escribir a mí", apuntó Ángeles Mastretta en su cuenta de Twitter, aunque un chispazo de sensatez la hizo borrar el comentario. En otro tono, el director de Cultura del ayuntamiento de Mérida, Irving Berlín Villafaña, puso en su cuenta de Facebook: "Yo no voy a poner nada de Juanga. Me da como hueva. Lo siento", lo que la valió el mote de "lord hueva". Buena parte de la intelectualidad nunca escuchó con agrado al ídolo popular, pero la vox populi los hizo pagar cara su osadía.

Es curioso que cuando Alvarado se hizo cargo de la televisora universitaria recibiera igualmente una andanada de comentarios en su contra por haber sustituido a colaboradores de la TV UNAM con gente como Juan Carlos Saavedra Aello, quien fuera productor de los noticiarios de Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola. Se habló de que era un “déspota” y que quería imponer los criterios de Televisa en la difusora universitaria.

Entonces nadie habló de que debiera salir de TV UNAM. Pero apenas hubo mancillado el recuerdo de Juanga, le llovió en su milpita. La crítica más apasionada le llegó de una persona que los medios mencionan como “el escritor Yuri Vargas” quien le responde en la revista digital de literatura Círculo de Poesía con gemas como ésta: “Juan Gabriel no era letrista, como asume Nicolás; era compositor de canciones. Y un compositor de canciones logrado –como era él, sin duda– no disocia entre texto y música: ambas expresiones cabalgan a la par en los lomos de ese vínculo entrañable que es la línea melódica.” Este comentario de un personaje casi anónimo se volvió viral en las redes sociales.

Como las cenizas del autor del Noa-Noa clamaban venganza desde donde estuvieran, un grupo de fans comenzaron a recabar firmas en Change.org para que Alvarado fuera despedido de la UNAM, lo que finalmente ocurrió. La institución  no informó las causas del despido, pero refrendó su compromiso con “valores universitarios como la tolerancia, y el respeto a la pluralidad y a la diversidad”.

El teórico de la guerra Claus von Clausewitz apuntó que la paz se firma con los vivos, no con los muertos. La experiencia de Alvarado se podría resumir diciendo que la peor guerra es la que peleas contra un muerto, porque ya la perdiste de antemano. No por déspota, clasista, intolerante o irrespetuoso sino por insensato, por decir cosas que pueden ser ciertas pero cuando ya a nadie le importan.