Una novela con trama amorosa es lo que nos ofrece Sándor Márai en “La Gaviota”, con un conflicto amoroso que se extiende más allá de la muerte.

Tres personajes buscando hacerse cargo de sus propios sentimientos sin saber cómo lograrlo, con las emociones confundidas e inmersos en una sociedad europea que, a pesar de sus simulaciones, tiene poca cabida para el optimismo.

Él, un funcionario de Gobierno que queda hipnotizado con la figura idéntica de la única mujer que amó. Ella, la figura casi igual de aquella joven que prefirió el suicidio. Los dos, embarcados en un juego de seducción que parece apasionante, pero con frecuentes conatos de destrucción. Y, entre ellos, el fantasma de aquella mujer que años atrás fraguó su propia muerte.

Esta es la trama central que le permite a Márai mostrarnos un diálogo lleno de reflexiones sobre la vejez y los sueños; sobre la fe que la realidad atropella cotidianamente. Un discurso crítico de la burguesía europea de los años de la guerra que en muchos momentos conecta con el presente.

Como gran observador de la conducta humana, Sándor Márai nos descubre casi en todas sus novelas que las personas tenemos conflictos internos similares desde siempre. La gaviota o Siraly  que fue su título original, no es la excepción.

Sándor Márai nació en 1900 en Kassa, una pequeña ciudad húngara que hoy pertenece a Eslovaquia. Pasó un periodo de exilio voluntario en varias ciudades de Europa como Budapest y París durante el régimen de Horthy en los años veinte, hasta que abandonó definitivamente su país en 1948 con la llegada del régimen comunista y emigró a Estados Unidos. La subsiguiente prohibición de su obra en Hungría hizo caer en el olvido a quien en ese momento estaba considerado uno de los escritores más importantes de la literatura en Europa Central. Así, habría que esperar varios decenios, hasta el ocaso del comunismo, para que el escritor fuera redescubierto en su país y en el mundo entero.