Alberto Méndez Aguilar

Pragmatismo al desnudo

Entre los retos de cualquier negocio incipiente está el de posicionarse. Así lo entendió Frida Sofía, hija de la cantante Alejandra Guzmán –hija, a su vez, de la actriz Silvia Pinal y del no menos cantante Enrique Guzmán.

Frida aparece semidesnuda en la revista Playboy (México) y aprovecha la publicación para explicar sus motivos artístico-empresariales. Entre candorosa y aconsejada, Frida dice que también quiere (aparte de que se la admire por su cuerpo) que se advierta “su lado empresarial”. Está clarísimo: no se trata solamente de retratarse sin ropa sino de presentar el potencial ante el mundo de los negocios.

Esto del desnudo tiene una historia larga pero actualmente, como  fuente de negocios, alcanza grandes proporciones involucrando  sectores como el de las cirugías plásticas, los sitios de internet, el mundo del espectáculo y la trata de personas.

También el mundo de la política y hasta el de la protesta social se tocan con este asunto. Sólo hay que seguir las demostraciones del grupo europeo Femen cuyas integrantes se pintan consignas en el torso desnudo y  logran ser noticia mundial.  Un poco menos estéticos son los plantones del grupo llamado de Los 400 pueblos, originario de Veracruz, cuyos integrantes desde hace años se quitan la ropa frente a las dependencias del gobierno federal, en la ciudad de México, con cualquier pretexto y después de cada comida.

En el mundo del espectáculo, en donde nuestro personaje, Frida Sofía, quiere hacerse un lugar, sobran los ejemplos de cómo poner el cuerpo como gancho para inversionistas.

Hace poco se produjo una ola de publicaciones de desnudos de estrellas –mujeres, principalmente-  que habrían sido víctimas de hackers que robaron sus íntimas imágenes y las difundieron por el mundo electrónico. Pocos creen que esto del robo haya sido cierto. Es muy clara la intención propagandística de la divulgación de estos materiales presuntamente comprometedores . ¡Qué casualidad que todas las famosas anda en cueros en sus mansiones y posando para sus teléfonos!

Es más nítido que el recurso del cuerpo sirve para ocultar la carencia de algún talento, por mínimo que este sea.

El paradigma de esta tendencia es la celebérrima Kim Kardashian quien no es actriz, no es cantante, no escribe libros peeero. . . tiene un trasero  suficiente para garantizarle contratos de publicidad  y espacios permanentes  en las noticias globales.

Por lo que se sabe, Kardashian ya era famosa  pero ahora lo es más – y acaudalada- gracias a su tafanario de portento. A ver si no, con  los años, resulta que muere ahogada por las deudas con sus cirujanos.

Otro caso es el de Jeniffer López -JLo para los cuates-. La mujer de innegables rasgos y apellido latino no exhibe gracia alguna que no sea su trasero. Esta sí es cantante – según sus protectores, los Estefan- y es bailarina –francamente muy limitada, para ser latina-. Su divorcio de otro engendro del looby de Miami – Marc Anthony- resultó má s sonado que cualquiera de sus éxitos en películas o en música. Finalmente sólo le queda el trasero para ser alguien en las noticias.

En nuestro país, el caso de Alejandra Guzmán y su triste episodio post-cirugía causo conmoción pero no escarmiento. Al tenor de lo que ya acontece masivamente  en países de Sudamérica, a las quinceañeras mexicanas ya no sólo se les presenta la disyuntiva fiesta o viaje. Ya hay otra opción: fiesta, viaje o cirugía (en el busto, preferentemente).  Las chicas –y sus padres- han entendido que integrarse al mundo del éxito –en casi cualquiera de sus variantes- pasa por lograr una apariencia semejante a los modelos de belleza dominante en los medios de comunicación.

Los traseros de Kardashian y de JLo son difíciles de emular- aunque hay quien lo haya intentado- lo que no impide que el gran cúmulo de negocios relacionados con esta estética plástica siga creciendo.

Frida Sofía, hija de famosos, bien comida, bien educada –suponemos- conociendo el mundo, es de por sí bonita, saludable. Y se muestra como tal, casi sin ropa. Los pétalos en las fotos de Play boy, sin embargo,  suenan a pobreza creativa y remiten inevitablemente  a la Mena Suvari de America Beauty, extraordinaria cinta de San Méndez.

Más allá de la semidesnudez de Frida, la declaración de que espera que se aprecien no solo su palmito sino su lado empresarial, es lo más conmovedor. Ya confesó que le gusta cantar y habla varios idiomas. A lo mejor hasta resulta actriz con gracias. Pero para no errarle, mejor se quita la ropa y pide al país que también se fije en  su “lado empresarial.

Pragmatismo al desnudo, pues. Éxito seguro.