Alberto Méndez Aguilar

Va jugando

Tlaxcala figura en el escenario político nacional por su excepcional movilidad electoral. El haber hecho realidad la alternancia del poder ejecutivo en un breve periodo de tiempo es ya una de sus características.

Desde entonces en la entidad ya nada se da por sentado por más que prevalezcan factores como las familias políticas o los monolíticos grupos de interés.

Por ello la actual competencia por tres escaños en el Congreso de la Unión (aparte de la cuota plurinominal que logren los partidos) tiene su interés pese a la historia, la estadística y los pronósticos que auguran una baja afluencia de sufragios.

Para algunos observadores, estos comicios perfilarían las líneas más generales de la sucesión gubernamental, lo que añade otro factor de atención.

El contexto más general, al que hemos hecho ya alusión en colaboraciones anteriores, también aporta su singularidad. Y hay además un elemento de novedad: la cuota de candidaturas por género.

Veamos, por ejemplo, la contienda en el distrito II, cuya cabecera es la capital del estado, y en donde hay 5 candidatos hombres y 4 candidatas mujeres. (Por cierto, no fue en los partidos de izquierda - PRD y Morena- en donde las mujeres hallaron espacios pues en estos fueron hombres los nominados).

Hay alianzas que, sabedoras de la importancia y necesidad de las  sumas, miran claramente hacia el 2016, como es el caso de la familia Ortíz, a través del PAC, con el Partido del Trabajo y cuya abanderada es una sobrina del exgobernador Héctor Israel. En una tierra en donde las parentelas son influyentes pero nunca bien vistas la designación es, por lo menos, polémica.

También vemos a un candidato del PAN cuya principal aspiración, aparentemente, es que se lo vea como el hombre de Moreno Valle –gobernador de Puebla- en Tlaxcala. La apuesta de Miguel Ángel Polvo es riesgosa.

Por el lado del PRI, Anabel Alvarado deberá remar contra el escaso entusiasmo que provoca en estos días ser candidato del partido que gobierna el país y el estado. Los números macro y la desazón social –originada por diversos factores- pesarán mucho a la hora del sufragio.

En la lucha por ese Distrito se apunta Silvia Nava, de Movimiento Ciudadano, quien puede ser la diferencia con el resto de los candidatos nada más por su recorrido en la política estatal y porque aún con conocimientos y conocencias, mantiene sana distancia con los núcleos duros de la polarización estatal. Según encuestas, MC enfrenta la amenaza nacional de perder su registro. No obstante podría ser que, en medio de  tal predicción, Tlaxcala diera una sorpresa con Nava.

Y si la movilidad electoral y los acomodos de grupos son la constante en Tlaxcala, no debería descartarse ninguno de los escenarios. Así como en el distrito II la competencia se mira abierta, en los otros dos distritos tampoco está resuelto nada pese a la percepción que se quiere imponer, sobre todo en el I, en donde se destaca la figura del exgobernador Alfonso Sánchez Anaya.

En la pasada elección local, de presidentes municipales, el PAN recuperó las principales plazas del estado y presume que por número de habitantes bajo gobiernos panistas, encabeza a la mayoría de los tlaxcaltecas. Pero las divisiones internas y los intereses de grupo hacen difícil que esta tendencia se presentara el próximo 7 de junio. Más bien ocurrirá lo contrario.

Y si retomamos la idea de la peculiaridad votante de Tlaxcala pues cabe esperar hasta lo más impensado.

Falta aún en las campañas; viene el tramo duro y luego la famosa “guerra sucia” que ya estamos esperando y que no es otra cosa que el capítulo extra en estos eventos políticos en donde los misiles salen a relucir por sobre la gritería y las sonajas.

Mientras, junten todos los votos que se pueda.