ENTREVISTAS

De 100 pesos la cuota de policías para dejarte subir a “La Bestia”: Juan

Lastimado y con vendajes aún, Juan sigue su camino para llegar a Estados Unidos, donde lo esperan su mamá y su hermana.

14/01/2013 06:51:55
Lautra O. Muñoz
agendatlaxcala
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Lo que más me impacto fue su mirada.

Ver a los migrantes centroamericanos en las calles y carreteras de Tlaxcala cada
vez es más común.

No obstante, el cansancio y la desesperanza en los ojos de un centroamericano parado en un cruce del camino de Zacatelco se salió de la normalidad.

Conocer su historia motivó la interrupción de mi viaje, quise conocer la historia de su mirada tan desolada.

Contrario a muchos migrantes que se reservan su historia por miedo, Juan accede a platicar, es abierto y animoso.

Aunque tarda en cruzar para llegar a mi encuentro, me hace señas d
e que ya va.

Mientras, Pedro su amigo y compañero de viaje continua parado en medio de la carretera haciendo señas a los automovilistas para que les apoyen con una moneda.

La mayoría pasa de largo, sólo unos cuantos reducen la velocidad y sacan la mano que deja caer unas monedas en una cachucha de tono oscuro, cuyo color original ya es indescifrable.

El motivo de su tardanza: Juan tiene que usar unas muletas y tiene herida también una mano.

Los peligros de viajar a bordo de “La Bestia”, como llaman los centroamericanos al tren en el que viajan para cruzar el territorio mexicano, le cobro la factura.

Se cayó del tren en tierra blanca, estado de Veracruz cuando intentaba descender para pernoctar ahí.

-“¿Qué le pasó?, ¿Cómo fue que se lastimó?”, le pregunto una vez que accede  platicar.

- “Al bajar del tren yo me quería agarrar, pero llevaba una cobija y una mochila y no pude, me caí, la mano se me aguado, el peso me dominó y me caí, no pude ni meter las manos, no tengo heridas internas, pero el golpe me lastimó la mano y el pie izquierdo”.

El dictamen médico señaló que debía permanecer un mes en reposo, pero esto o fue así.

-“Tengo que llegar a Estados Unidos, no me dieron de alta, me dijeron que necesitaba descansar por lo menos un mes, pero me les escape casi casi, se portaron muy bien conmigo, mire hasta unas muletas me dieron para que pudiera caminar y seguir mi viaje”.

Lastimadoy con vendajes, Juan sigue su camino para llegar a Estados Unidos, donde lo esperan su mamá y su hermana.

-“No puedo tardarme ya, sino llego pronto se van a preocupar por mi y no quiero asustarlas”.

Sus ansias de ver a su familia lo hicieron que se arriesgara nuevamente, porque si para un migrante cruzar México es peligroso, para uno herido es aún peor.

Juan es originario de  San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de Honduras y la capital administrativa del departamento de Cortés.

Su ánimo para cruzar el país en esas condiciones se lo da su amigo, un hombre al que conoce desde Honduras.

Pedro, el amigo de Juan, continúa parada en medio de la carretera y cuando ve que nuestras miradas se dirigen a él, sólo sonríe.

Cuando lo saludo sólo me responde con un tímido “buenas tardes”, con un acento peculiar.

-“Casi no habla español, le cuesta mucho, yo ya le entiendo lo que quiere decir, pero a muchos les es difícil aún”.

Pedro es originario de Colón, uno de los 18 departamentos que integran Honduras, pertenece a la etnia garífuna, un grupo mestizo descendiente de africanos, caribes y arahuaco, a la que también se le conoce como como garinagu o caribes negros y que tiene su propio idioma.

Su población se estima en más de 600 mil residentes en Centroamérica y Estados Unidos.

-“Ya entiende algunas palabras, pero habla español muy poco, lo difícil para él será hablar inglés, pero tiene ganas de salir adelante y por eso vino para acá, yo entiendo lo que dice, pero a los demás les cuesta, a veces tiene que ser a señas”.

Sin pollero y por su cuenta
Al momento de la entrevista Pedro y Juan ya tienen 15 días en territorio mexicano y sus experiencias incluyen desde un buen trato de las personas, así como amargas experiencias.
La peor de todas ha sido con los policías.

-“Los mexicanos, la gente civil mis respetos, pero los policías si nos han tratado mal, en Veracruz sobre todo”.

-¿Les han pedido dinero?

-“No piden roban, a mí me robaron mi celular y el poquito dinero que traía,
Solo nos intimidad que nos van a llevar a migración”.

Contrario a lo que muchos optan, ellos decidieron entrar sin un pollero que los llevara y viajar en unidades colectivas, durante su trayecto los elementos de seguridad han sido su gran dolor de cabeza.

“En Orizaba, los policías de lo peor, nos trataron como animales, ahí no dejan que se monten al tren ya, los policías ya le quieren pedir dinero a uno, de a 100 pesos, ya le piden a uno esa cantidad, si no paga no se monta y tienes que estar esperando con el gran frío que hace en Orizaba”.

Sin dinero, Pedro y Juan como muchos centroamericanos sobreviven en México con las monedas y comida que les da la gente.

“No vamos en estos transportes chiquitos que les llaman combis, de pueblo en pueblo y esperemos ya llegar con bien”.

Su refugio planeado: El albergue de la Sagrada Familia en Apizaco, un lugar que les ofrece protección.

Juan tiene como aliciente el llegar a ver a su mamá y su hermana que ya lo esperan en Estados Unidos y que por lo pronto no saben que está lastimado, pero eso no lo detendrá, pues está decidido a llegar aunque sea en muletas.

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