Nicolás González Aceves, era estudiante de Ingeniería Mecánica del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y el 2 de octubre de 1968 tuvo una cita con el destino.

Se dirigía a su cita en la Plaza de las Tres Culturas.

Él tuvo otra oportunidad, otros no.

Pero esa experiencia lo dejó marcado.

Entendió, dice, que ante el salvajismo y la represión “no le puede hacer uno al héroe”.

La distancia y el largo traslado desde su escuela hasta Tlatelolco, hizo que cuando llegara, esta plaza ya estuviera cerrada y aislada.

Aunque preocupado y molesto por no estar en este mitin al que fue convocado por el Consejo Nacional de Huelga, volvió a tomar el autobús de regreso, situación que le salvó la vida, pues desconocía que en ese lugar se llevaría a cabo una de las masacres más dolorosas para México.

A 45 años de este hecho, González Aceves narra que “recordamos el 2 de octubre con dolor, porque hubo compañeros que eran amistades de años y que además no representaban ningún peligro, es el mismo lenguaje que se sigue manejando desde años, desde décadas, es el único lenguaje que se conoce, el de la represión del gobierno”, sostuvo indignado.

En ese momento, éramos jóvenes que nos expresábamos, que luchábamos, “eran tantos los jóvenes que en ocasiones no sabíamos ni quiénes estaban a nuestro lado o quienes eran, lo único que nos unía es que todos éramos jóvenes y todos íbamos por un ideal en esas marchas”, recordó.

Al igual que los cientos de muertos el 2 de octubre, yo iba con la misma idea, con el mismo principio, con la misma necesidad de participar, de estar en ese lugar, pero el destino no me dejo entrar a ese sitio, sino conocer lo que pasó y lamentar con dolor ese episodio de nuestra historia, detalla.

“Yo iba a ese mismo sitio, fueron minutos, pero no alcancé a llegar a la plaza de Tlatelolco, ya estaba cerrada, ya estaba aislada la plaza para que no pudieran salir ni entrar ya nadie por granaderos y elementos de seguridad”.

“Fuimos convocados por el consejo de huelga que era el que nos informaba sobre las actividades”, recordó González Aceves y agregó que eran tantos los estudiantes que se dieron cita en ese lugar que por diversas circunstancias algunos no pudieron llegar, otros fueron dispersados y otros más como él, le fue impedido el paso.

“Yo no llegue a tiempo porque estaba retirado de la ciudad, estaba al otro extremo”, refiere sobre el hecho que finalmente logró que se salvara y que de algún modo no padeciera este lamentable hecho, donde salvajemente murieron un número hasta el momento no cuantificable de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del IPN y de otras escuelas más.

“Ese retraso evitó que llegara al lugar y me dio la oportunidad de ser testigo”, asimismo agregó, al momento de conocer lo que sucedió ahí, de la matanza y de los hechos fue una frustración y un dolor que hasta la fecha se tiene frene a un Estado represor.

Al siguiente día, se hablaba que había muertos, mismos que dijo nunca se supo, muchos estudiantes eran de fuera, de provincia, algunos sin contacto, se desconoció la cifra real, refirió.

Dice que entendió que ante el salvajismo y la represión “no le puede hacer uno al héroe”, expresó.

“Todos esos muertos eran amigos, compañeros, miembros de las mismas escuelas”, después de eso la vida cambió para todos, existió temor por la persecución, porque dijo “siempre hay una forma de ubicarte de seleccionarte” y agregó siempre hay orejas y gente que filtra información.

De ahí, que omitió dar más nombres o referencia de otros estudiantes tlaxcaltecas que participaron en este Movimiento Estudiantil del 68, por seguridad y porque muchos quisieran olvidar este hecho del 2 de octubre que “No se olvida”.