El demonio de neón, estrenada en la competencia oficial de Cannes este año, una cinta que critica el mundo de la moda a partir del género del thriller psicológico.
El regreso a la pantalla grande del cineasta danés Nicolas Winding Refn no pudo darse de la mejor forma. El realizador nos presenta El demonio de neón, estrenada en la competencia oficial de Cannes este año, una cinta que critica el mundo de la moda a partir del género del thriller psicológico, con fragmentos surrealistas, una estética estremecedora, pinceladas eróticas y un estilo que raya entre lo luminoso y lo siniestro, que nos recuerda al cine de David Lynch.
El filme aborda la crónica de una pesadilla en la historia de Jesse (Elle Fanning, en la mejor de sus actuaciones de su corta carrera) una aspirante a modelo se ve atrapada en un mundo de belleza y muerte. Llega a Los Ángeles para buscar un espacio en el mundo del modelaje con unas fotografías tomadas por su nuevo amigo Dean (Karl Glusman, el inexpresivo actor de Love, de Gaspar Noé). La sesión fotográfica es la que marca el inicio de la historia y desde ese momento se marca el tono y ritmo de la película: Las imágenes reflejan el lado más plástico del mundo de la moda, con una metáfora visual en el que las muestran como auténticas caníbales de la vanidad.
El inicio en el modelaje de Jesse, cuyo personaje refleja inocencia y el deseo de alcanzar un sueño con 16 años de edad, es como la de una persona que está en un lugar al que no pertenece: “Es un diamante en un mar de vidrio”, le dicen en una de las escenas. Su belleza natural evoca las envidias y toda clase de comentarios de admiración. Ella no sabe en lo que está por meterse. Cargada de imágenes con escenas luminosas con el neón como luz artificiosa, cuando se aleja de ellas es cuando Jesse luce más por su belleza natural.
En su camino se encuentra con una serie de personajes con las que empezará a adentrarse en el modelaje. Chicas plásticas, el dueño de un motel de paso donde se hospeda hasta poder alcanzar el dinero para sostenerse y Ruby (Jena Malone, conocida por su paso en Los Juegos del Hambre), una maquillista quien se convierte en una especie de protectora de Jesse, pero en el fondo esconde sensualidad y perversión. Es una película sobre las apariencias. Reflexiona sobre la belleza de la superficialidad como algo maligno y, necesariamente, irresistible.
El realizador danés presenta su película más cuidada en cuestión estética. Desde la música utiliza el sonido de los sintetizadores para crear tensión emocional. El diseño de producción juega perfectamente con la calidad de la fotografía que simplemente es impresionante. Cada toma está perfectamente cuidada y en ellas se utiliza maravillosamente el sentido del espejo como representación de lo otro, de escondido y perverso sobre mujeres con fecha de caducidad, que van y vienen.
Con ritmo vertiginoso, diálogos construidos para hacer una crítica a la moda en la voz de las mismas modelos y una serie de acontecimientos que van transformando el cuento de hadas en un relato de terror sin tener un guion predecible (en el que se incluye un guiño al Corazón delator, de Edgar Allan Poe), Nicolas Winding Refn se consolida como uno de los cineastas más audaces del momento del que vale la pena repasar filmes como Bronson: El prisionero más peligroso (2008), Drive (2009) y Sólo Dios perdona (2013).
La delgada línea amarilla
Director: Celso García (México, 2015)
Uno de los pupilos del realizador Guillermo del Toro. El cineasta mexicano debuta con una propuesta en la mesa muy interesante, con un desarrollo y reflexión aparentemente profunda pero en cuyo final echa a perder toda la veracidad de la maravillosa anécdota de la historia. El director Celso García nos presenta un filme sencillo y honesto sobre la esperanza y la perseverancia y el choque generacional en un lugar olvidado por el mundo. Es el viaje de cinco hombres que son contratados para pintar la línea divisoria de una carretera que conecta dos pueblos de México. Cinco solitarios que, por azares del destino, se unen con el único propósito de ganar unos pesos, pero sin buscarlo, este viaje cambiará su manera de ver y entender la vida. Los cinco actores protagonistas son Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Gustavo Sánchez Parra, Silverio Palacios y Américo
Hollander.
Amigos de armas
Director: Todd Phillips (Estados Unidos, 2016)
El creador de la parafernalia saga de ¿Qué pasó ayer?, Todd Phillips regresa a las andadas del humor absurdo y curiosamente tremendamente divertido, al menos lo suficiente para aquellos cinéfilos que esperan que el fin del verano tenga espacio para la banalidad. Esta ocasión nos presenta la historia de dos jóvenes a los que el Pentágono pagó 300 millones de dólares para armar a los aliados americanos en Afganistán. Para llevar a cabo este proyecto Phillips aprovechó el buen momento de Miles Teller (Whiplash) y Jonah Hill (El Lobo de Wall Street), par de personajes que conectan bien en la pantalla en un filme que extrañamente tiene un halo de ingenio mejor que el resto de las películas del director.
Mis mejores días
Director: Arnaud Desplechin (Francia, 2015)
Una gran película sobre el paso de la adolescencia a la madurez, a través de las dos perspectivas y con un afinado estilo narrativo. El realizador presenta la historia de Paul Dedalus, quien deja Tayikistán recordando su infancia en Roubaix, las locas crisis de su madre, el vínculo que le unía a su hermano Ivan, niño piadoso y violento. Él recuerda sus 16 años, a su padre, viudo inconsolable, el viaje a la URSS donde una asignación clandestina le llevaría a ofrecer su propia identidad a un joven ruso. Recordará también sus 19 años, su hermana Delphine, su primo Bob, de sus escapadas con Pénélope, Mehdi y Kovalki, el amigo al que tuvo que traicionar. Sus estudios en París, el encuentro con el doctor Behanzin, su vocación inherente para la antropología. Y, sobre todo, Paul se acordará de Esther. El corazón de su vida.