Para los productores de maíz criollo en Ixtenco, el ingreso de semillas híbridas o transgénicas les afecta en los aspectos económico, social y cultural, porque hay competencias desleales, desintegración familiar y pérdida de identidad, consideró Vicente Ortega Cristóbal, cuya familia se ha dedicado a la producción de maíz criollo desde hace generaciones.

Señaló que en esa comunidad, el 80 % de productores han generado nuevas variedades de manera natural, “somos un grupo integrado de doce personas productores de maíz y otros elaborando productos como artesanías, botanas, dulces típicos, harinas para atole, bisutería, todo es parte del trabajo”.

Añadió que esa forma de trabajado para la conservación de semillas criollas se ha dado por generaciones, “porque nosotros podemos ser autosuficientes y producir nuestros alimentos de manera sana, esto en el aspecto económico, en el aspecto cultural, implica muchos más porque cultivamos, producimos y consumimos alverjón, haba,  frijol que han sido parte de nuestra dieta”.

Añadió que el maíz transgénico afecta desde lo económico, cultural, social, familiar, porque esas semillas “implican más inversión que no tenemos, eso nos obliga a abandonar nuestros terrenos y buscar un empleo, nos vuelven dependientes para comprar paquetes de producción, se disuelven familias quienes se ven en la necesidad de migrar para conseguir ingresos para el seno familiar, no podemos ser competitivos”.

Ortega Vicente señaló que los suelos también se afectan, “pues por tener una mayor densidad de población, los suelos pierden capacidad de tener más nutrientes y no tenemos la producción que necesitamos”.