ENTREVISTA

Si me junto con mi cuñado, todo queda entre familia…

“Pues le di lástima o no sé qué y me dijo: ándale, pues, pero nomás mientras tus hijos crecen otro poquito. Para entonces pues mi hijo el chiquito tenía un año y pues ya, me quedé”.

14/08/2014 11:52:02
Bernardino Vázquez Mazatzi
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Bernardino Vázquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Magdalena cumplió diez años sin ver a su marido, al padre de sus seis hijos. Él se fue a trabajar a Estados Unidos y allá “se agarró una güera”, dice.

Pero el que su marido ya no haya regresado no le preocupa tanto ahora, ni antes, no como el dónde irse a vivir con sus chamacos y qué comer “si yo no sé hacer nada”

Siempre ha vivido en la casa de quienes fueron sus suegros, ya fallecidos y ahora esa vivienda pertenece a su cuñado, hermano de su marido. Y de ahí, dice, sólo la van a sacar con pies por delante, es decir, muerta...

Claro que las cosas no han sido fáciles para lograr el objetivo de quedarse a vivir ahí: el cuñado ya no quiere que vivan con él pues el que estén juntos da a pensar mal a la gente. Porque esa gente piensa cosas como el que no viven como eso, como cuñados.

Entonces ella planeó conquistar al cuñado y, al parecer, las cosas van bien. Al menos ya tiene la seguridad de que pasará de cuñada a esposa y de que de simple “arrimada” va a pasar a señora de la casa y, desde luego, a dueña universal de todo.

Nos confiesa sin pudor que el plan fue así diseñado, así lo está ejecutando y así habrá de resultar.

“Pues ya nomás falta que nos casemos... porque de hecho, ya vivimos juntos...”

“Pues sí, ya vivimos como pareja y como esposos, como maridos... si ya mi señor no regresó es por algo; y yo no me voy a pasar la vida esperándolo, oye, pues si no soy su qué...”

“Ah, bueno, pues si es con el hermano ni modo... qué se le va a hacer. Así es el destino... pero además, óyeme, a dónde me voy a ir a vivir, quién me va a mantener... ¡No sé hacer nada! No tengo nada mío. Todo lo que teníamos cuando él estaba conmigo era de mi suegra; ella ya se murió y pues me quedé a vivir aquí”.

“Pues como nomás son dos hombres de la familia mi difunto suegro le dejó a los dos los terrenos y la casa por partes iguales, pero mi marido le dio por irse al gabacho y ya no regresó, ni va a regresar nunca entonces ya todo se le va a quedar al Genaro y qué va a hacer con tanto terreno y con esta casota, a ver”.

“Sí. Me corrió, el cabrón. Cuando le dije: oye, Genaro, por qué no me dejas quedarme aquí; cierto, ya tus jefes se murieron y pues yo ya estoy sola y como quiera que sea, pues como que sobro aquí. Si ya tu hermano no va a regresar a dónde voy a ir con mis chamacos. Me dijo: mira cuñada, ya tu marido no va a regresar entonces pues ya no somos de la familia: vete; ¡ay no! le digo, cómo eres malo, pues donde me voy a ir”

“Pues le di lástima o no sé qué y me dijo: ándale, pues, pero nomás mientras tus hijos crecen otro poquito. Para entonces pues mi hijo el chiquito tenía un año y pues ya, me quedé”.

“Bueno, eso de conquistar al cuñado simplemente se me ocurrió. Lo empecé a pensar poco a poquito, no creas que así como así. Me dije: ¿y si te ligas al Genaro?; total, si me uno al hermano de mi marido todo va a quedar en familia”.

“Ah, sí, sí, me mando al carajo. Me dice: estás loca o qué. No, le dije, si de veras me gustas, si me agarras pues me hago tu mujer y te voy a querer un chingo, además, pues ya estás grande y no tienes señora. Porque para esto voy a decirte que pues nunca se le ha conocido mujer a mi cuñado a pesar de ser grande de edad”.

“Ah, no... lo que pasa es que las mujeres somos muy chingonas... una tiene sus secretos, se da uno sus mañas y pues yo le daba su cena, le lavaba su ropa y pues, digo, tú entiendes ¿no?”

¿Cómo fue que lo conquistaste, digo, cómo fue que te aceptó como mujer y se olvidó del parentesco?

“Pues es que como vivimos juntos... a veces me hacía la aparecida cuando estábamos solos y lo provocaba, le mostraba mi cuerpo como en descuido, o dejaba la puerta abierta cuando me cambiaba de ropa, o cuando me bañaba; y pues él no es de palo, digo…”

“¿Pero para qué quieres que te dé detalles?, ¿A poco no te lo puedes imaginar…? Bueno, si así quieres te platico que nuestra primera vez fue un día que los chamacos no estaban... él estaba viendo la tele y yo que me hago como que estoy barriendo y como que me inclino de más y como que no me doy cuenta que se me sube mucho la falda y pues yo creo que no se aguantó y que me hace el amor”.

“Pues es que como te digo, el diablo hizo su trabajo y luego los dos solos; él, sin mujer, yo, sin saber de hombre por tanto tiempo pues...”

¿Nadie se opone, nadie lo sabe?

“De hecho sus tíos lo saben... ¡Y nos han hecho un escándalo... Pa’ qué te cuento!... Una vez quisieron sacarme y mi cuñado, es decir, ahora mi marido, ¡Me defendió! Se puso al brinco con sus tíos. Si quieren hacer cochinadas pero en otro lado, le dijeron. Lárgate tú con ella si de veras la quieres, pero aquí esta casa se respeta porque fue de tus padres”.

“¡Uy!, sí, a mí me dijeron hasta que se cansaron. ¿Pos’ qué no tienes vergüenza? , ¿Pos’ qué no te arde la cara?... ¡Si no te largas vamos a dar un paso adelante! Y yo dije: no, pues ahora es cuando... porque si me sacan ahora, cuándo voy a regresar... y pues luego, el Genaro me lo va a ganar otra”.

“Ese día defendí como pantera primero el futuro de mis hijos, mi propio futuro y hasta si tú quieres, al Genaro. No, si casi nos agarramos a cachetadas; me empujaban y yo los empujaba, me mentaban la madre y yo se las mentaba, me decían groserías y yo se las regresaba. Pues aun así lo negábamos”.

“No, pues no me salí. Y también le dije al Genaro: ya hombre, total, si lo sabe Dios que lo sepa el mundo; mejor ya les decimos lo nuestro. Pero el güey no quiere...”

“Nooo, cómo te voy a decir si dormimos juntos o no... cómo crees... eso no se dice”

“Ah, bueno, sí, nos acostamos juntos... Pero nomás cuando los niños no nos ven porque ¿a poco crees que soy tan descarada? ¡No, si tuve madre! Por las noches cada quien para su cuarto, luego a medianoche él va a mi cama o yo voy a su cuarto. Nomás esperamos que los hijos se duerman y pues ya nomás nos esperamos tantito y ya luego él viene o yo voy, como te digo”.

“Mis hijos le dicen tío a él, porque hasta hora todavía no me atrevo a decirles la verdad; pero no creas, ya se dan cuenta. El grande ya tiene sus 16 años y pues no es pendejo. Yo siento que cuando se los diga y les diga por qué es que pasaron las cosas lo van a entender. Tienen que entender que me sacrifiqué por ellos, porque ellos llegaran a tener algo en la vida, un techo donde dormir y un taco que llevarse a la boca”.

“No, en serio, no estoy sólo por la casa y por los terrenos; bueno, también porque no tengo donde ir, porque no tengo quien me mantenga… pero también no me voy porque el Genaro se puede quedar solo y pues como quieras o no, como que ya le voy agarrando cariño, como que él ya me quiere, como que aunque quiéramos, ya no nos podemos dejar”.

Magdalena es una señora gordita, morena, de cabello rebelde al peine y al gel. Su aseo personal dice mucho de ella.

Tiene un léxico poco recomendable y poco aceptable pero así es como debe hablar para merecer el respeto de la gente porque de no ser así, asegura “me agarran de su pendeja”. No, no acepta consejos, recomendaciones, sugerencias… todo cuanto ella diga y haga está bien y los demás, todos, o estamos equivocados o contra ella.

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