Ante el Neonacionalismo por Luis Pérez Cruz
Luis Pérez Cruz
agendatlaxcala
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Durante el siglo XX vivimos la oleada nacionalista en buena parte de del mundo, ya sea en defensa de la soberanía o como pretexto para la agresión y sustentar la supremacía de una raza sobre otras. El caso es que el uso del nacionalismo es destacar cualidades que permitan vernos diferentes de otros pueblos, donde el pasado, la lengua, el color de la piel, los recursos naturales, la religión, entre otros aspectos, son utilizados con el fin de sentirnos orgullosos y asumir la defensa de la nación, entendiendo por ella como las personas que coinciden y se identifican con elementos tangibles y evidentes como el territorio, el idioma, la raza y las costumbres, erigiéndose usualmente como un pueblo o un país. Etimológicamente nación proviene del latín nātio (derivado de nāscor, nacer), que podía significar nacimiento, pueblo (en sentido étnico), especie o clase.
Por otra parte, cuando le agregamos el sufijo ismo implica, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, doctrinas, sistemas, escuelas o movimientos, como por ejemplo cristianismo. comunismo, imperialismo, aunque también supondría actitudes como egoísmo, individualismo, puritanismo.
Ahora bien, la nación se caracteriza con elementos como la identidad cultural, social, histórica y política de un pueblo. En este sentido, se puede definir el sentimiento de una nación como el parecer de un grupo de personas que comparten lazos con los cuales se identifican culturalmente. Ante esta perspectiva podemos agregar que la nación se acompaña de aspectos que básicamente tienen que ver con sentimientos.
Así entonces, el nacionalismo, durante el siglo XX, tuvo que ver con identidades y actitudes que permitieron su consolidación como una ideología predominante y que durante la época de la guerra fría fue un mecanismo de estabilidad para evitar la confrontación final; ante ello la frontera, el respeto a la soberanía, ya no la raza, se erigieron como los factores predominantes y que marcaron la época.
En particular, el nacionalismo mexicano, de acuerdo con la idea inicial fue de carácter defensivo, ya que asumió a la soberanía como el componente básico de la relación con otros países, que se mostraban con una actitud claramente ofensiva hacia países llamados en vías de desarrollo, como es el caso de los Estados Unidos.
Los elementos esencialmente subjetivos que provocaron la construcción solida de la identidad nacional fueron el guadalupanismo, la construcción de un pasado glorioso encabezados por los forjadores de la patria y los traidores a los principios de la nación, además del idioma español, la cultura esencialmente indígena, las tradiciones y costumbres propias de la nación.
Asimismo, el nacionalismo mexicano se nutrió de eventos y personajes negativos como Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Ana, los conservadores coludidos con el clero, la invasión norteamericana y la pérdida de la mitad de territorio, la intervención francesa y el fallido Imperio de Maximiliano, además de figuras como Porfirio Díaz, Félix Díaz, Victoriano Huerta, entre muchos otros.
Tanto villanos como héroes le dieron vida a un nacionalismo que hacia fuera se mostró defensivo y promotor de la soberanía nacional, pero al interior fue autoritario e impuso una visión nacionalista paternal, noble con el pasado indígena y los forjadores de la nación.
En tiempos recientes los gobiernos mexicanos le han apostado por la apertura comercial, a la integración, la globalización, dejando de lado la defensa a ultranza y siciliana de lo nacional, lo cual se tomó como un síntoma de modernidad, de estar a la altura de los países desarrollados y de abrirnos las puertas al desarrollo; la ideología nacionalista se fue diluyendo y transformándose en un nacionalismo que reconoce la diversidad, la integración y vernos como parte del todo (la humanidad).
Este cambio sustancial implicó cambios profundos, el actual gobierno mexicano pretende realizar cambios que nuevamente reconozcan las raíces, un pasado glorioso, pero no evitar las condiciones actuales, la circunstancia que vivimos hace que gobernantes vuelvan a los orígenes, pero atendiendo que vivimos en un mundo totalmente distinto a lo que vivimos en el siglo pasado.
De acuerdo con Ernesto O’Frarrill Santoscoy, Trump, el Brexit en el Reino Unido, Beppe Grillo en Italia y Le Penn en Francia representan una enorme ola que se está expandiendo a gran velocidad por el mundo. El neonacionalismo, caracterizado por el proteccionismo, el rechazo a la inmigración y el antiestablishment de la clase política, como la oferta de políticos esencialmente oportunistas y propensos a identificarse con las clases sociales olvidadas de la globalización.
Asimismo y siguiendo con O’Farrill, la principal justificación de establecer la Unión Europea fue que el libre comercio y la cooperación internacional generan menos incentivos para la guerra. El triunfo de los nacionalismos implica un incremento en las probabilidades de la gestación de conflictos bélicos y de tensiones geopolíticas futuras en el orbe.
Tenemos que preguntarnos sobre el papel de nuestro país ante el resurgimiento del nacionalismo con estas características nuevas y que se enfrenta a economía sumamente agresivas y disputándose el comercio mundial. No cabe duda que estamos ante un panorama preocupante, primero ante la necesidad de regresar a las bases del nacionalismo, pero ante un horizonte donde la falta de oportunidades, inercias negativas, la violencia que a veces parece desenfrenada y una pobreza que va al alza.
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