Gobernar comunicando por José Javier Reyes
José Javier Reyes
agendatlaxcala
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Es evidente que los tiempos en que los mandatarios comunicaban sus acciones de gobierno son parte de un pasado irrepetible. Hoy la comunicación es parte del ejercicio del poder y más aún: diríase que se gobierna desde el hecho mismo de comunicar.
El primer hecho ligado a la acción de comunicar es construir la imagen del mandatario. Aquí los ejemplos van de lo ilustre a lo ridículo: desde un trabajo de propaganda que encumbró a Adolf Hitler hasta convertirlo en un semidiós, hasta un actuar errático que transformó al presidente Vicente Fox en personaje de La Parodia. Enaltecer sus virtudes, minimizar sus yerros, transmitir la idea de infalibilidad, de sabiduría, de bondad. Manejos efectivos, pésele a quien le pese, los vimos con Hugo Chávez, con Alberto Fujimori en su mejor momento o con el culto a la personalidad de Fidel Castro. Pero éste es un primer momento, muy elemental. Es un refinamiento de la natural adulación que recibe todo hombre de poder.
Otro momento, que también cae en lo elemental, es designar al enemigo, al malo, al adversario que le da forma y contexto al mandatario. Lo mismo si son judíos o nazis, comunistas o imperialistas, los enemigos son una generalidad amorfa que define perfectamente lo que no somos ni queremos ser. Es lo otro, es la suma de todos los miedos. Construirlo, también en este caso, es labor de la propaganda.
Más importante es transmitir la idea de que el régimen hace lo correcto, que las decisiones están basadas en el bienestar de la gente, que el rumbo es el correcto. Es un peldaño arriba de exaltar la personalidad o preconizar al prohombre o estigmatizar al enemigo, porque implica transmitir una idea. Como toda comunicación, no está exenta de elementos emocionales, pero alude, en buena parte, a la razón.
Lo más simple es difundir acciones de gobierno. La boletinitis se puede confundir con la labor de comunicar. No está mal, pero es solo el principio. El dotar de intención a los despachos oficiales, el volverlos elementos de la construcción de la realidad, ya es lo que verdaderamente entendemos como comunicación social efectiva. Y nunca como ahora vemos lo importante de la información como herramienta para gobernar. Si antes se transmitían las acciones de gobierno hoy se gobierna comunicando.
Nadie lo ha hecho mejor que Andrés Manuel López Obrador. Construyó un personaje, un ideario, un proyecto de nación. Desde que era jefe de gobierno del entonces Distrito Federal entendió que difundir es parte de gobernar. “La mañanera” es un instrumento que apuntala al mandatario con el mayor índice de aceptación de todos los tiempos.
Un asunto, sin embargo, es materia pendiente: la tolerancia ante aquellas informaciones que no concuerdan con su visión personal. La reacción virulenta del presidente y sus correligionarios ante los medios que mantienen opiniones diferentes. La facilidad para desacreditar y suponer complots donde sólo hay una intención periodística. No le basta al jefe supremo el apoyo abrumador de las masas: requiere de la aceptación unánime, sin lugar para la discrepancia.
La campaña electoral ya terminó, todos lo sabemos. Pero las inercias son difíciles de vencer. Y entender que la tolerancia es un valor de la democracia no es fácil. Pero todo es posible.
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