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La muerte de los ecosistemas por J. A. Javier González Corona

Columna por J. A. Javier González Corona
Lunes 12:00 pm, 27 May 2019.
J. A. Javier González Corona
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La muerte de los ecosistemas por J. A. Javier González Corona

La contaminación de los ecosistemas ha avanzado en las últimas décadas de una manera alarmante y peligrosa, nuestro planeta está en un grave riesgo de destrucción y sin duda, los seres humanos tenemos gran responsabilidad de ello. Aunque considero que quienes principalmente no han cumplido con su responsabilidad al respecto es el Estado y los dueños de grandes capitales. El primero, por no crear los proyectos gubernamentales adecuados y además, por no aplicar los recursos económicos públicos necesarios y de manera honesta. Los segundos, por su enorme voracidad económica, denotando la falta de principios y valores a favor del medio ambiente y de la propia humanidad.

Mediante un informe de la Evaluación Global de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) entregado por parte de 400 expertos de 50 países (La Jornada: 7/05/19) incluido el nuestro; al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus sigla en inglés). Señala que cerca de un millón de especies están en peligro de extinción; tres cuartas partes del medio ambiente terrestre y sesenta y seis por ciento del marino se han alterado; el agua dulce utilizada para el uso humano ha disminuido por estar contaminada y el 75% de ella, es utilizada para la producción agrícola y ganadera; entre otros problemas más. Como resultado de ese informe, el WWF invitó a gobiernos y empresas para que tomen decisiones pertinentes y se pueda entregar un mejor mundo a nuestras generaciones futuras. El estado tlaxcalteca no se salva de esa gran problemática mundial.

Para antes de 1975 Tlaxcala era un estado que se sustentaba principalmente de la actividad agrícola. Sin embargo, el fraccionamiento de la tierra por el crecimiento demográfico y la falta de recursos tecnológicos y económicos, originó un grave problema económico y de desempleo a las familias dedicadas al campo. Esto último propició que el gobernador Emilio Sánchez Piedras (1975-1981) proyectara como alternativa de solución, el establecimiento de corredores industriales y poder ofrecer empleo a un gran número de mano de obra, por cierto muy barata.

Desgraciadamente con tal acción, se inició la contaminación de varios espacios agrícolas, forestales y acuíferos tlaxcaltecas, entre ellos el río Zahuapan. Por ello, personas mayores de 50 años comentan el haber escuchado y visto en el río y en sus márgenes a diferentes aves, ranas, sapos y peces. Incluso recuerdan con emoción y nostalgia haber nadado o aprendido a nadar en él. Pero lo peor, varios medios de comunicación han informado en los últimos años, el deceso de varias personas como consecuencia de la contaminación con productos químicos.

El problema ya lo tenemos y al parecer no respondemos adecuadamente para resolverlo. Los gobiernos pasados sólo han utilizado como tema de campaña el cuidar y mejorar el medio ambiente, pero ya en su ejercicio, se han olvidado drásticamente de su promesa. Incluso quienes no han tenido la fortuna de haber sido ganadores en contiendas gubernamentales, pero siguen activos y con fines de lograr su objetivo, no se ve que realicen algo al respecto. Un ejemplo muy claro es la actual delegada del Bienestar en Tlaxcala, ya que cuando pretendía ser Gobernadora del Estado prometió no tan sólo descontaminar el río Zahuapan, sino hacerlo navegable. Sin embargo, si como Delegada Federal le está quedando mal al Presidente de la República y a la sociedad tlaxcalteca con su accionar, según comentarios de la gente, que hubiera pasado si gana las elecciones.

Necesitamos programas de índole político, donde participen los tres poderes de gobierno sin grandes aspavientos, realizando cada uno de manera honesta lo que les corresponde. En cuanto a las instituciones creadas para el cuidado de los ecosistemas, que cumplan con sus objetivos para lo que fueron creadas y sin burocratismo. Por su parte los municipios tienen que evitar verter al río sus drenajes, las empresas hacer lo propio con sus productos químicos y las personas civiles prescindir de tirar basura a diestra y siniestra.

Es decir, unos más que otros, pero todos estamos cooperando para acabar no tan sólo con la vertiente acuífera más importante del estado, sino con los diferentes ecosistemas que aún contamos en el estado. Da tristeza ver incendios en varios lugares, principalmente en La Malinche, arrasando con árboles, matorrales, animales y llenando de humo la atmosfera. Pero además, vemos en centros urbanos del estado, carreteras con baches y un gran número de topes o vados, además de semáforos no sincronizados, propiciando el frenado y aceleramiento de automóviles. Aunado al uso indiscriminado de automóviles por parte de sus propietarios, pero, si se les pregunta ¿por qué lo hacen? La respuesta es inmediata: no confío en el servicio público. Al respecto, demasiada gente se queja del servicio público al considerarlo como uno de los principales que contribuyen a la contaminación con sus arrancones y frenadas salvajes, su mal estado de sus motores y sistemas de escape, su música estruendosa, lo sucio de sus interiores, entre otras cosas más.

Sin duda, existen alternativas de solución y la ciudadanía lo expresa sin ser experta en el cuidado del medio ambiente. Proponen sistemas de tratamiento de aguas residuales en cada municipio y en todas y cada una de las empresas. Realizar campañas de limpieza por parte de los gobiernos municipales, sin tener como objetivo sacarse la foto, sino atender realmente la problemática. Colocar botes recolectores por lo menos uno por calle, ya que en ocasiones se camina una, dos o tres calles y no se encuentra uno solo y si lo existe, desbordado de basura por no pasar el camión recolector por esas calles.

No puedo dejar de mencionar que el ciudadano común y corriente como yo, también tenemos culpa, ya que tiramos la basura donde se nos ocurre o donde “no se vea”, tratándola de esconder en ventanas, arbustos o tarjeas, aunque después nos quejemos que se tapan los tubos del drenaje; algunos más, esperan la noche para ampararse de la oscuridad y al amanecer observamos la gran sorpresa. Algunos automovilistas particulares o usuarios del servicio público, además de choferes, creo que disfrutan tirar la basura por las ventanillas.

Recordemos que, si no actuamos de manera inmediata, el daño a los diferentes ecosistemas puede convertirse en irreversible. Su muerte nos llevará de manera irremediable a la nuestra. Tenemos la oportunidad de ser la generación que terminemos con el mundo o lo conservemos.

Para concluir, la actual LXIII legislatura fue una de las primeras a nivel nacional en prohibir el uso desmedido de productos plásticos derivados de polietileno y poliestireno, conocidos popularmente como bolsas de plástico, unicel y popotes. Sin embargo, nuestro Congreso no han sido claro en señalar cómo se van a sustituir productos que la modernidad los ha convertido en “necesarios”, entre otros aspectos. Tema próximo a comentar en otra columna.

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