Procesos cognitivos y sociales durante la dieta en la infancia
César Javik Dorantes Barrios
agendatlaxcala
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Se ha comprobado en estudios con humanos y otros mamíferos que el efecto de la desnutrición reduce las funciones celulares de todos los órganos y tejidos. Los científicos han revelado que durante la gestación, el nacimiento y el periodo de la lactancia se presentan los periodos más críticos para el desarrollo del cerebro; pues este es caracterizado por un aumento en los procesos celulares de proliferación, migración, diferenciación, sinaptogénesis y mielinización neuronal, por lo que el efecto de una mala dieta se puede agravar cuando ocurre dentro de estos periodos de mayor desarrollo neuronal, dejando a la infancia como el grupo más vulnerable en el proceso nutricional.
La interrupción en el desarrollo de órganos como cerebro, corazón, hígado, riñones, testículos y ovarios, provocada por una mala dieta, generan un escenario en donde se multiplican dramáticamente las posibilidades de presentar deficiencias metabólicas, alteraciones hormonales y una reducción de las capacidades cognitivas. A esto se suma que el 17.6% de los niños en edad preescolar de todo el mundo, han experimentado desnutrición, la mayoría de los cuales (112.8 millones) viven en países en desarrollo como es el caso de la mayoría de los países latinoamericanos, incluido México; ya en la edad adulta individuos que experimentaron algún tipo de desnutrición durante la infancia, muestran una mayor incidencia a presentar hipertensión, hiperglucemia, obesidad y diabetes. También, en estudios más resientes confirmaron que efectivamente el inicio de la pubertad se puede alterar por la acción de una dieta deficiente. La síntesis y la producción de estrógenos en las mujeres y testosterona en los hombres, hormonas implicadas en desarrollo y la maduración sexual, disminuyen por la falta de nutrientes durante la infancia, provocando con esto una descompensación hormonal del sistema endocrino que puede perdurar por el resto de la vida adulta.
Asimismo, las evaluaciones cognitivas y emocionales en jóvenes con un antecedente de desnutrición mostraron que la capacidad de razonamiento, el lenguaje, la comprensión, la capacidad visual y la memoria pueden ser gravemente afectadas, provocando con esto un mayor déficit de atención, un desempeño escolar deficiente, capacidades sociales reducidas y un menor coeficiente intelectual, así como altos niveles de ansiedad y un mayor número de casos de depresión juvenil. Lo anterior nos muestra que la desnutrición durante la etapa infantil aumenta peligrosamente el riesgo de presentar sujetos más susceptibles a enfermedades, así como también, individuos con conductas sociales reducidas y una mayor posibilidad de generar deficiencias neurodegenerativas.
Sin embargo, los científicos durante años han tratado de revertir ciertas condiciones no deseadas a través de la estimulación por medio del aprendizaje. A este método se le reconoce como ambiente enriquecido. El ambiente enriquecido comenzó como un modelo animal donde los investigadores observaron que cuando las ratas de laboratorio son estimuladas con ejercicio físico, mayor interacción social, y ciertas modificaciones al ambiente (túneles, plataformas, juguetes, ruedas para correr), mostraban un mayor aprendizaje, mayor capacidad sensorial y mejor memoria en comparación con los individuos que permanecieron en condiciones estándar de laboratorio.
Los estudios en animales revelaron que junto con las modificaciones al ambiente, una serie de cambios neuroanatómicos y neuroquímicos se presentaban en los individuos que experimentaron un ambiente de aprendizaje continuo, pues mostraban un menor índice de apoptosis neuronal, en otras palabras, un incremento en el nacimiento de nuevas neuronas, junto con un incremento en la expresión de neurotransmisores y factores neurotrópicos en diversa estructuras del cerebro. La exposición a un ambiente de aprendizaje continuo, provoca una reactivación en la plasticidad neuronal que generalmente solo se puede observar en los periodos más importantes en el desarrollo del cerebro.
Considerando la plasticidad que el ambiente enriquecido produce, investigadores han propuesto este modelo como una herramienta terapéutica para ciertas condiciones cognitivas desfavorables como lo es el autismo, derrames cerebrales, epilepsia, la enfermedad de Huntington, el Alzheimer, sí como el Parkinson. En una investigación, donde participé y realizada en el Departamento de Neurociencias de la UAM- Iztapalapa, en colaboración con el Centro de Investigación en Reproducción Animal de la UATx, encontramos que el modelo animal de ambiente enriquecido puede ser un una herramienta terapéutica muy útil para mejorar la condición de individuos que fueron sometidos a un episodio de desnutrición durante la etapa infantil. Los individuos que fueron estimulados a temprana edad mostraban una mayor capacidad de memoria, aprendizaje y percepción, así como una mejora en las conductas de sociabilización, junto con un menor índice de estrés a la hora de realizar tareas de búsqueda y un aumento en la capacidad sensorial.
Por lo que concluimos que el aprendizaje continuo especializado para menores que sufrieron de algún tipo de desnutrición, resulta una importante vía para revertir los efectos negativos que se pudiesen presentar tanto en la adolescencia como en la edad adulta y poder mejorar la calidad de vida en las personas, así como interactuar en mejores condiciones con otros individuos y aumentar la sensibilidad hacia condiciones adversas al vivir en sociedad.
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