Desde La Sociología Columna por Luis Pérez Cruz
Both sides of the story
Phil Collins (Live 1995)
La idea en la presente entrega es continuar con el principio que le dio razón de ser al de la semana anterior, ya que se han sucedido acontecimientos en los últimos días propios de una sociedad acostumbrada a alentar el sacrificio de quienes piensan distinto, el sacrificio de los primeros dirigentes de la revolución de independencia obedeció a la necesidad de borrar cualquier tipo de pensamiento que atente contra los principios establecidos.
Ahora bien, antes de esclarecer el por qué celebramos el inicio de la independencia, un 16 de septiembre, y no la consumación, dada el 27 de septiembre de 1821, siento un deber reflexionar acerca de la colaboración de Pedro Salmerón la semana anterior al llamar valientes a los activistas de la liga 23 de septiembre que intentaron secuestrar al empresario Eugenio Garza Sada, terminando en su asesinato. No cabe duda, como lo puntualizamos la semana anterior, no podemos vanagloriarnos de la muerte de otros, pero tampoco podemos hacer tabla rasa de pasado; después de conocer el punto de vista del historiador Salmerón, hace falta reconstruir la historia reciente del país desde una postura crítica, no hemos estudiado la clase media, la naturaleza de los movimientos sociales, los empresarios y su relación con el poder, los grupos de izquierda, la clase política, entre otros. No cabe duda que entrar a estos temas no es nada fácil, encontraremos a una sociedad totalmente dividida y llena de encono, unos envalentonados y otros con sed de revancha.
Si la cuarta transformación permite el linchamiento de Salmerón habrá dejado un mal precedente en su búsqueda por un mejor México, el presidente precisa fijar su postura, sino estaremos frente a un uso de la historia que responda a sus intereses, como dijera la historiadora María Rosa Plazón “me molesta el plural mayestático con que los gobernantes y otros <elegidos> se dirigen a las masas y hablan por ellas en calidad de su voz autorizada e inteligente”
Entrando en materia, cabe destacar que el trato dado a los insurgentes fue la tortura, sobre todo la psicológica, ya que a Hidalgo y sus seguidores murieron, pese a sus declaraciones de arrepentimiento, condenados y excomulgados, abandonados y con la certeza de que la rebelión había llegado a su fin, el mismo Hidalgo fijó su postura a Allende, quien fue partidario de la independencia, no estaba de acuerdo con la decisión radical de promover la independencia porque “lo más que llegó á decirle en algunas ocasiones fue que los autores de semejantes empresas nó gozaban el fruto de ellas”, ello suponía una negativa de Hidalgo por la independización de México, ya que no estaba seguro de ser una opción que cambiara positivamente a la entonces colonia, le costaba trabajo asimilar los principios como la soberanía del pueblo, entre otros.
Desde nuestra perspectiva resulta fundamental considerar la trascendencia de Hidalgo en los términos que señala el gran historiador mexicano, Edmundo O´Gormán, puntualizando que su significado histórico puede resumirse así: “Fue tan violenta, tan devastadora la revolución acaudillada por Hidalgo, que siempre nos embarga la sorpresa que sólo cuatro meses estuvo al mando efectivo de la hueste. En el increíblemente corto espacio de ciento veinte días, aquel teólogo criollo, cura de almas pueblerinas, galante, jugador y dado a música y bailes, gran aficionado a la lectura y amante de las faenas del campo y de la artesanía, dio al traste con un gobierno de tres siglos de arraigo; porque si la vida no le alcanzó para saberlo, no cabe duda que fue él quien hirió de muerte al virreinato”.
No podemos menos que reconocer con lo anterior que la importancia del 16 de septiembre es justificable, sabemos que Morelos (continuador de la guerra iniciada por Hidalgo y llevando al extremo la búsqueda de la independencia mexicana) en los sentimientos del Nación señala el 16 como el inicio de la guerra de independencia; lo cual consideramos un reconocimiento a su mentor Hidalgo y quienes participaron con él en aquél recién 1810.
Ahora bien, iniciando el año de 1821 la confrontación entre insurgentes y realistas, pese a la amnistía promulgada años antes, se encontraba en un punto de estancamiento, a inicios de 1821 hay un acercamiento y pláticas para lograr finalizar el conflicto, ya que en España se reestablecía la Constitución liberal de Cádiz y la monarquía entraba en crisis. Por ello en la cúpula del poder se definía la mejor manera de darle continuidad al régimen colonial y evitar la incertidumbre liberal generada en España. En febrero de aquel año Agustín de Iturbide (uno de los más acérrimos perseguidores de insurgentes) presenta su Plan de Independencia de la América Septentrional, que a grandes rasgos proponía la independencia para formar un nuevo Imperio sustentado en el mantenimiento del orden establecido, pero ahora como nación independiente, Iturbide logra pactar con los insurgentes y se reúnen en Acatempan el 10 de febrero, dicho plan se juramenta el 2 de marzo del mismo año en Iguala.
El siguiente paso se da el 24 de agosto con la firma de los tratados de Córdoba, signado por Juan O´Donojú, Teniente General de los Ejércitos de España, y Agustín de Iturbide, Primer Jefe del Ejército Imperial Mexicano de las Tres Garantías, donde a grandes rasgos se reconoció la Independencia de México; posteriormente, el 27 de septiembre, hace su entrada el Ejército Trigarante a la ciudad de México y al día siguiente se da a conocer el Acta de Independencia del Imperio Mexicano.
No cabe duda que la consumación de la independencia fue lograda con el visto bueno de la jerarquía eclesiástica y la cúpula del poder político, con la instrumentación de Agustín de Iturbide, no vemos en ningún documento ni en el Acta de Independencia la participación de la representación insurgente. Pero nos guste o no es la fecha donde se signa el Acta de independencia y es necesario reconocerla como la fecha fundacional de nuestro país.
Podríamos afirmar que la independencia no es un proceso uniforme, sino que a lo largo de 11 años visualizamos diferentes maneras de comprenderla y concebirla; Hidalgo lo ve como una opción poco fiable y con mucha desconfianza, Allende considera la necesidad de establecer ciertos cambios, pero sigue teniendo en mente el mantenimiento de una sistema monárquico; Morelos ya plantea la necesidad de establecer la República, apoyado en la ilustración criolla; Iturbide cree en la necesidad de la independencia como una solución práctica a la inestabilidad, manteniendo un orden monárquico.