Columna por Marco Antonio Ortiz Salas
Ha trascendido en los últimos días la polémica desatada en la Cámara de Diputados por la pugna entre los grupos parlamentarios para la sucesión de la mesa directiva y su presidencia. Discusión que derivó en descalificaciones contra MORENA y en particular contra Porfirio Muñoz Ledo a quien, haciendo uso de la mayoría morenista, pretendían reelegir en la presidencia.
Los origenes de la representación popular en México y sus funciones legislativas nacieron en 1810 en las cortes de Cádiz, España cuando el gobierno virreynal se enfrentaba a la lucha de independencia de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende. La representación de la Nueva España contaba con 17 diputados de los cuales 16 eran nacidos en el nuevo mundo. Dicha legislatura entró en funciones a partir de 1811 y resultó emblemática por la participación memorable del sacerdote coahuilense Don Miguel Ramos Arizpe, considerado el padre del Federalismo en México. Otro antecedente histórico de la representación popular fue la Suprema Junta de Zitácuaro impulsada por Don Ignacio López Rayón quien hizo el llamado a constituir un Congreso de Diputados que fueran elegidos por los ayuntamientos, el clero y otras fuerzas, lo que derivó en la Suprema Junta Nacional Americana en la cual, a partir de 1812, en plena insurrección, se envió al General José María Morelos y Pavón el proyecto de Constitución en la que la Soberanía dimanaba del pueblo de manera inmediata, dando paso así a la instalación del Congreso de Anahuac en Chilpancingo Guerrero a partir de septiembre de 1813, siendo este el primer Congreso con caracter de poder legislativo constituyente y la primera representación política de manera institucional. Para los mexicanos y para el conocimiento de su historia, origen y cultura, este congreso representaba los anhelos de independencia y libertad, no solo porque se daba lectura a los históricos “sentimientos de la nación” del generalísimo Morelos, sino también porque determinaba de manera contundente que la “Soberanía dimana del pueblo y se deposita en sus representantes” es decir, en los diputados.
En nuestro país en el Congreso, desde sus inicios han desfilado numerosos Diputados y Diputadas que han contribuido y transitado de manera positiva en la historia, desde la lucha de independencia, la lucha revolucionaria y la transición a la democracia. Se podrían destacar sólo algunos, como Fray Servando Teresa de Mier, don Valentín Gómez Farías, Lucas Alamán, Aurora Jiménez, Elvia Carrillo Puerto, Rosario Ibarra de Piedra, etc. Sin embargo, el peso del legislativo se quedó mermado al convertirse exclusivamente en promotor de las políticas instruidas desde el partido único en el poder y que controlaba la mayoría en la Cámara. Los representantes dejaron de ser populares y sólo atendían con monotonía absoluta las instrucciones del presidente.
No obstante la lucha por el equilibrio y el aporte de muchos legisladores en la historia reciente, la percepción de la ciudadanía hacia los diputados es altamente negativa. En una encuesta realizada por el propio Congreso de la Unión, los mexicanos expresan su rechazo a los diputados, pues el 70% asegura no sentirse representado y que sus opiniones no son tomadas en cuenta. Esta generalización es sumamente penosa, y no es para menos, la designación de los candidatos a Diputados, ha sido principalmente de acuerdo a los intereses de grupo en los partidos políticos, en ellos no se consideran ni los perfiles ni la influencia de una persona sobre algún sector como el obrero, estudiantil, campesino, etc. Mucho menos la aportación legislativa que pueda hacer al Congreso.
En la legislatura actual, cuestiona Muñoz Ledo: ¿Qué manera de legislar? Y la acompaña de una sonora, coloquial y muy mexicanísima mentada de madre ¡y tiene razón! ¿Qué manera de legislar? Al menos en el sector campesino ¿Qué se ha legislado? ¡NADA! Los Diputados identificados con el sector agrario, salvo la Diputada Marycarmen Cabrera de la costa grande de Guerrero, han dejado de ser la voz del campesino en la Cámara baja y sólo han asumido una postura timorata encaminada a la sumisión de la voluntad de un grupo mayoritario que a la construcción de mecanismos de participación de este sector en el rediseño del presupuesto y de las políticas públicas para el campo.
Por esa razón, la coyuntura política actual representa la oportunidad para encontrar nuevas formas de participación. En este país comienzan a generarse nuevas corrientes y espacios de participación política que construirán desde ahora un nuevo esfuerzo, abierto, incluyente y plural del que emanarán nuevos actores políticos con la capacidad de lograr un escaño en la Cámara de Diputados a partir de su identidad con la gente y no por dedazo, y en consecuencia, logrará ser la auténtica representación del sector al que pertenecemos: el campesino.
*Secretario General de la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas (CODUC)