Desde la Sociología columna por Misael Onofre Muñoz
La época actual, los tiempos modernos pueden dar la sensación e incluso la seguridad de que todas las opiniones son divulgadas y tomadas en cuentas, se percibe un clima en que las opiniones, los puntos de vista y los diversos argumentos van en todas direcciones, llegan a todos lugares, ya que ofrecer un punto de vista y escuchar la de los otros es algo cotidiano, nos acompaña todo el tiempo, a todos lados, tan palpable es que la tecnología se ha desarrollado en pro de la necesidad de expresión, las redes sociales se han tenido que adaptar para que la gente pueda expresar sus opiniones, sus malestares en muchos de los casos y poner a discusión los temas que atañen a la sociedad, o el contexto del emisor, parece que vivimos en una época en donde todos son libres de expresar sus inquietudes, sus ideas, sus malestares, y poder tomar parte del debate público. Aquí es pertinente hacer una pregunta ¿Qué opinamos?, ¿Qué se debate en la agenda pública?, ¿Qué se mueve entre los top´s de las redes sociales y los medios de comunicación?, ¿Esto es realmente lo que la sociedad opina, o le interesa?
La dinámica que experimentamos en la actualidad no es tan novedosa, aunque los medios de comunicación han buscado innovar en cómo fluye la información, se han mantenidos la dinámica a través de los foros por internet de los años 80´s y mucho más antes con los grupos de debate, donde se colocaban temas específicos; posteriormente los participantes compartían sus saberes, generaban discusiones y nutrían los espacios para que el debate creciera. En estos espacios, como en las interacciones modernas, se establecen temas de los que participa la sociedad, esta participación se da con un lenguaje ordinario, pues este lenguaje sirve como vehículo y retroalimenta las diferentes áreas que producen cultura en la sociedad, como la política, la familia, incluso el derecho, se comunican entre sí a través del lenguaje ordinario, con el que nos comunicamos todos y con el que fluye el debate, manteniendo así una referencia de cómo se comporta la totalidad de la sociedad, sus diferentes sectores y sus diferentes temas. Esta información se aloja en la sociedad, queda almacenada para ayudar a explicar u opinar sobre temas venideros que estén relacionados.
Ahora bien, las diferentes sociedades en los diferentes tiempos siempre han expresado sus inquietudes; sin embargo las opiniones surgen con más presión, con un tono de reclamo o de rebeldía, la sociedad civil es más sensible a identificar problemas en dos momentos, cuando provienen del sistema y cuando el estado atraviesa una crisis, los actores de la sociedad se encuentran y se asocian por las diferentes formas de comunicación, crean temas de debate que se propaga a través del público, provocando así la movilización del espacio. Las voces que se alzan y que ponen los temas en discusión pueden estar en favor o en contra, pero la importancia radica en que se lleven las ideas al debate, que se tematicen y se habrá la discusión, esta parte puede ser la espina dorsal de la opinión pública, pues sin un tema, no se habla, no se discute, no hay opiniones.
Rescatando la esencia con la que surge la opinión pública, que no siempre significará estár a favor de lo que se realiza o se plantea por la figura que ostenta el poder, el ir en contra de lo que se plantea, también es opinión pública, incluso puede verse como algo más que eso, una especie de desobediencia civil, no violenta necesariamente, pero si una protesta contra las decisiones tomadas, un arma de acción que busca la revisión o la reformulación de las acciones aplicadas o por aplicar, pretendiendo con ello emitir un juicio crítico de la mayoría. Lo que defiende la desobediencia civil, es la conexión básica que retroalimentaría la voluntad política, que es la voluntad del pueblo con el espacio de lo público. Así las opiniones se convierten en públicas, se involucra también el sentimiento que las sustenta y el potencial de influencia que estas conlleva, la opinión no presenta limites fijos, lo que determina su alcance es la estructura de la comunicación. El sociólogo y filósofo alemán Habermas plantea que el espacio de lo público es un lugar básico reservado para la opinión pública, el cual no puede ceder su lugar, por las opiniones, las percepciones a nivel individual, pues el espacio público está determinado para el debate, de los que están en contra y de los que están a favor, pero sin la exclusión de las minorías, es un espacio de lo público. Por otro lado, una visión más funcionalista a nuestros tiempos es la del sociólogo alemán Niklas Luhmann, quien vio en la opinión pública posibilidad de cuestionar los espacios difusos, como la política, la religión, la economía, incluso el ámbito de las ciencias, se vuelven cuestionables, la antigua autoridad que reinaba sobre todas las opiniones, se vuelve cuestionable, siendo aquí en la “opinión pública” que la política encuentra su espíritu santo, por esto mismo el poder político ve en la opinión pública un medio de la legitimación.
Considero que una vez expresadas algunas ideas sobre la naturaleza de la opinión pública, resulta pertinente analizar la estructura de la tematización que se maneja en la sociedad. Es claro que la opinión publica nutre y moldea a la sociedad, pero no la determina en su totalidad, la información que estructura y reestructura la opinión pública, siempre está en movimiento, cambiante y adaptándose a la sociedad del momento. La pregunta interesante es cómo y por quién se estructura la opinión pública. Los medios de comunicación, son quienes ofrecen la mejor respuesta a esta pregunta, pues ellos desempeñan un rol muy importante, representan a los intermediarios simbólicos y colectivos; es decir, intervienen en el modo que las personas se explican lo que sucede en su entorno, llevando esta idea a un nivel superior, en palabras del teórico británico McQuail, los medios modelan el saber, dan sentido del mundo y a su vez, con el tiempo se convierten en las bases que explican el entorno.
Finalmente podemos reflexionar sobre la importancia del trabajo en los medios de comunicación, esto junto a las ideas del periodista y crítico de los medios de comunicación, estadounidense Lippmann, quien advirtió sobre las personas que confunden el “pseudoambiente” creado por los medios de comunicación con el ambiente real, se forman especies de mapas mentales que cada individuo crea, esto influye en el comportamiento de las personas y claro que está en su opinión, esto tiene consecuencias sobre el “verdadero ambiente” donde se lleva a cabo cualquier acción. De esta manera es posible negar una neutralidad total de los medios de comunicación, pues éstos adoptan ciertas miradas sobre una escena, mientras que obturan otras, un medio de comunicación no es como un espejo, un espejo no toma decisiones, sólo refleja lo que se halla enfrente, mientras que los medios adoptan decisiones, poseen iniciativas y deciden si cubrir o no ciertos eventos. Sin embargo, la época en que vivimos ofrece nuevas formas de comunicarnos, de crear grupos de debate, foros que permiten expresar un libre albedrio, los nuevos medios de comunicación, destruyen la imagen de un público pasivo e incapaz de construir sus propios significados, incluso esta columna representa una forma en la que se pueden expresar una opinión que es pública, una forma de mirar, analizar y expresar el mundo real tal y como es, representan una oportunidad para afirmar que sí, si existe opinión pública, si podemos opinar.