El dato es el baremo por el que el mundo mide la política ambiental del país que alberga el mayor bosque tropical del planeta
Es bien sabido que lo que no se mide no existe, ni se puede combatir. Pero medir una realidad —sea la desigualdad, la violencia machista…— es solo el primer paso. También es imprescindible que los implicados acepten los resultados de ese cálculo. Brasil mide la deforestación con satélites al menos desde 1988, pero el actual Gobierno ha lanzado una ofensiva contra un sistema de medición, el oficial, que cuenta respaldado por la comunidad científica brasileña y por la comunidad internacional. Las alertas de deforestación que tanto molestan al Ejecutivo indican que en los 12 últimos meses (hasta el miércoles, 31 de julio), la Amazonia ha perdido 5.879 kilómetros cuadrados, un 40% más que un año antes. Una superficie equivalente a las dos terceras partes del territorio total de Chipre.
La deforestación de la Amazonia se convirtió hace años en el baremo por el que el resto del mundo evalúa la política medioambiental de Brasil. Y es por eso que un dato que se difunde cada mes irrita tanto al presidente, Jair Bolsonaro, aunque no es consolidado ni el oficial, que se conocerá más adelante. Pero sí indica una tendencia que el cálculo final suele confirmar, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), el organismo público que hace la medición.
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