Un estudio cifra en un 25% la caída de las emisiones para 2030 gracias a la acción de Estados y Ayuntamientos comprometidos
Cuando el 1 de junio de 2017, desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, Donald Trump anunció que retiraría a Estados Unidos del Acuerdo de París, el presidente de la principal potencia del mundo empleó una de esas frases ideales para hacer creer que un problema complejo puede resumirse en un solo tuit. “Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París”, dijo ante los medios como si el calentamiento global o los gases de efecto invernadero entendieran de algo parecido a las fronteras.
Pero quien directamente representa a los vecinos de Pittsburgh, una ciudad de 300.000 habitantes, ha estado este lunes en la Cumbre del Clima (COP25) que se celebra en Madrid y no está ni mucho menos alineado con Trump. El alcalde de esta ciudad del este de EE UU, el demócrata Bill Peduto, forma parte del movimiento We are still in –“seguimos dentro todavía”, en inglés– y de los grupos de apoyo a la acción climática en los que ya figuran casi 4.000 instituciones y organizaciones estadounidenses que están comprometidos con el Acuerdo de París. Según ha resumido Pittsburgh, parte de su trabajo consiste en desmentir que “el humo es señal de progreso”.
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