El presidente de México prescinde de invitados de honor y recuerda a las comunidades indígenas
El primer Grito del presidente Andrés Manuel López Obrador despertó un extraño interés por lo que sucedería en el balcón del Palacio Nacional durante una fiesta que transita cada 15 de septiembre entre lo festivo y lo previsible. Y el mandatario eligió la sobriedad tanto en las formas como en el fondo. Con algunas variantes, repitió la fórmula de hace cien años. Algunas de las novedades fueron la lista de ¡20 vivas! a los padres de la patria o la música elegida para animar la fiesta: cantos y bailes regionales de todos los Estados del país. Una innovación recibida por las 80.000 personas del Zócalo con bostezos pero con compromiso militante. Los vendedores callejeros, los más rápidos en percibir que un pulso diferente recorre el país, vendían a la misma velocidad trompetas o gorros con la bandera mexicana que muñecos, tazas o camisetas con el rostro de López Obrador.
Desde el balcón presidencial, López Obrador lanzó vivas a Hidalgo, Morelos, Josefa Ortíz, Leona Vicario, las madres y padres de la patria, los héroes anónimos o el heroico pueblo de México. En su lista incluyó a las "comunidades indígenas" y otros más universales como "la libertad", "la justicia", "la democracia" o "nuestra soberanía".
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