Una nueva caravana de al menos un millar de personas, la mayoría jóvenes, familias y bebés, sale desde San Pedro Sula rumbo a Estados Unidos
A esa hora campesina en la que se apaga la noche pero aún no sale el sol, la estación de autobuses de San Pedro Sula, en el norte de Honduras, es un hervidero de familias tiradas en el suelo, mochilas de colegio, sillas de niño y bolsas de basura a modo de atillo en cuyo interior solo hay un par de pantalones y camisetas viejas.
Primero cien personas, luego trescientas, seiscientas... A las cinco de la mañana unas mil personas llegaron en un goteo silencioso y nocturno a la estación de autobuses procedentes de lugares como Choluteca, La Ceiba, Santa Bárbara o Colón hasta conformar un grupo que tenía un único objetivo en la cabeza: largarse del país.
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