El líder norcoreano viaja a Vladivostok en un momento en que las conversaciones nucleares entre Pyongyang y Washington están congeladas
Y Kim Jong-un pasó revista a Lenin. En su famoso tren blindado y acompañado por un séquito de unas 250 personas, el líder norcoreano ha llegado este miércoles a Vladivostok. En esta ciudad portuaria del pacífico Kim tiene previsto reunirse mañana con Vladímir Putin, en la que será la primera cumbre bilateral entre ambos. El presidente ruso no estaba en Vladivostok para recibirle. Sí una alfombra roja y la enorme estatua de Vladímir Lenin con la mano extendida que domina la plaza de la estación y que ha presidido los desfiles y marchas militares que han dado la bienvenida a Kim. Frente a Lenin ha pasado revista a la guardia de honor, ataviado con abrigo militar negro y sombrero de fieltro. La cumbre de los antiguos aliados de la Guerra Fría se produce en un momento muy delicado, con las conversaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos congeladas y en plena acometida de Rusia por recuperar su influencia como potencia global.
Kim ha acudido a Vladivostok en busca de medidas para aliviar la economía de Corea del Norte, ya en lucha y ahora muy tocada también por las sanciones internacionales por su programa nuclear, pero también con el propósito de mostrar su perfil diplomático. Y mostrar a Washington que es un jugador capaz de sentarse en la mesa no solo con China, sino también con Rusia, después de que la cumbre de desnuclearización con el presidente Estados Unidos, Donald Trump, en Vietnam terminase muy abruptamente; al parecer por las diferencias sobre las demandas de Pyongyang para abandonar sus programas nucleares y para que Washington levante las sanciones.
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