Desde La Sociología columna por Luis Pérez Cruz
En múltiples ocasiones hemos señalado que el conocimiento precisa estar al alcance de todos, no podemos continuar con la idea medieval de que el conocimiento pertenece a un pequeño grupo privilegiado, elegido e iluminado; de ello se desprende, tema de otra columna, la idea de que los títulos “académicos” o nobiliario necesariamente nos hace pertenecer a ese pequeña grupo selecto de sabios. Decimos ello porque vivimos tiempos de cambio y una de las imágenes que requerimos aprender, insistimos, es que el conocimiento debe estar al alcance de la mayoría.
Con la llegada de las redes sociales vemos la multiplicación de opiniones sobre juzgar a Benito Juárez y su entreguismo a los Estados Unidos, a un Agustín de Iturbide incomprendido, a un Porfirio Díaz como el mejor presidente de México y la necesidad de regresar sus restos a México, a un Miguel Miramón como el niño héroe que no murió pero nunca se le ha reconocido su valor en la historia de México e incluso a un Maximiliano bondadoso, comprensivo y liberal, entre muchas otras.
Sí quisiera aprovechar y rescatar que el filósofo español José Gaos, afirmó hacia principios del siglo XX lo siguiente “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, ello quiere decir que somos parte de una circunstancia, pero también somos responsable de ella.
Por otra parte, el gran filósofo mexicano Luis Villoro señalaba a mediados del siglo XX, refiriéndose a Miguel Hidalgo, que “El objeto propio de la historiografía es el hombre; no una humanidad abstracta, sino la existencia concreta desplegando su temporalidad en el mundo. Los documentos que deja el hombre en su paso, el recuerdo de sus acciones, las ideas que lega a la posteridad, nada dicen por sí mismos; sólo revelan su sentido cuando nos preguntamos por las actitudes humanas que los hicieron posibles.”, ello lo podríamos interpretar como sigue, tenemos documentos, hechos históricos, procesos, ideas, pero contamos con seres humanos participes de ellas y son de carne y hueso, la cuestión es preguntarse qué los motivo a actuar y expresar las ideas; todo lo anterior nos permite proporcionarle el sentido de nuestro presente. Ante este panorama la historia se ve obligada a reconstruirse desde cada presente, es en éste donde le damos sentido.
Por ello, en el caso de Miguel Hidalgo es necesario conocer la circunstancia que lo orillo a actuar, pero también precisamos contar con elementos que vivió y consideró como una posibilidad de incidir en su circunstancia, sin dejar de considerar que tratamos con seres humanos; este último aspecto es al que me referiré, sin tratar de negar la importancia que tienen para nuestra historia el padre de Dolores, además, como intelectual, fue una persona importante, por cierto, esto último tampoco se ha trabajado.
Las condiciones en que fueron presos los jefes de la revolución de independencia resultaron excepcionales y el trato recibido fue denigrante, tratando al ejército insurgente, entendiendo por este último término como sedicioso y revoltoso, como una plaga, además de la excomunión que pesaba sobre quien se le uniera a Hidalgo. Ante la situación y las diferencias profundas entre los jefes insurgentes se le cuestionó a Hidalgo cuál era su cargo, señalando que en la Hacienda de Acámbaro fue amenazado de muerte por Allende de que tenía que renunciar a su cargo de Capitán General, accediendo a ello.
Posteriormente se le cuestiona en calidad de qué continuaba en el ejército, respondiendo de inmediato que viajaba como prisionero y no por su voluntad, además de que señaló tomar en cuenta que Allende y otros pretendían llegar a Estados Unidos y adueñarse de la riqueza que transportaban.
Agregando que la independencia no fue un tema definitorio en sus pláticas con Allende, más bien se centraban en los beneficios al reino, ello por la presencia de los franceses en las tierras españolas, no pasó de ser un tema discursivo, nunca tratándose con mucha determinación, ante ello señaló que “lo más que llegó á decirle en algunas ocasiones fue que loa autores de semejantes empresas nó gozaban el fruto de ellas”
Vemos que desde los orígenes de la conspiración había diferencias, puntualizando Hidalgo la inviabilidad de la independencia y Allende la alta posibilidad de concretarla y los beneficios de ella para el reino. Con esta entrega no pretendemos descalificar ni denostar a Miguel Hidalgo, sino mostrar la compleja realidad que vivió y lo difícil de tomar decisiones, además de mostrar su lado humano y en ocasiones contradictorio, desmitificar es el primer paso para acercarnos a esa realidad compleja de 1810.
La información vertida en Los procesos militar e inquisitorial del padre Hidalgo y de otros caudillos insurgentes, es mucha, este documento es editado en 1951 y tomado de La Santa Inquisición en los albores de la Independencia. Documentos, además de la introducción realizada por el magnífico historiador mexicano Luis González Obregón (1865-1938).
Consideramos necesario entrar al análisis serio de la historia mexicana, no podemos continuar con las alegorías fantasiosas ni las condenas inquisitorias de quienes han sido coparticipes y corresponsables de lo que hoy es México.