La dependencia del gobernante venezolano en los militares y los cuerpos represivos crece tras asumir un segundo mandato considerado ilegítimo
Nicolás Maduro sacó una mano por la ventanilla del coche, saludó a los seguidores y partió enseguida. Esta vez no hubo un acto de masas, el líder socialista eligió un encuentro con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en la Academia Militar de Caracas, después de juramentar su segundo Gobierno (2019-2025) en el Tribunal Supremo de Justicia. Fue el jueves, un día de expectativas y máxima tensión en Venezuela por la controvertida investidura.
La tensión va en aumento desde entonces en el país. La Asamblea Nacional, y gran parte de la comunidad internacional, no reconocieron a Maduro, reelegido el 20 de mayo en unos comicios controlados por el chavismo y con la abstención de la oposición. El político asumió un nuevo gobierno de seis años, aplaudido por sus acólitos y cobijado por los militares, mientras Juan Guaidó, el presidente del Parlamento, se asoma con un nuevo líder opositor y pide apoyo de la FANB.
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