Desde La Sociología columna por Luis Perez Cruz
En la actualidad siete de cada 10 adultos sufre sobrepeso u obesidad, llevándonos a concluir que es una población de riesgo y la posibilidad evidente de desarrollar enfermedades crónico degenerativas; además estamos, dentro de la OCD, en el segundo lugar con este problema, solamente por debajo de Estados Unidos.
La prevalencia nacional de sobre peso y obesidad en infantes de 5 años, fue en niñas 5.8% y niños 6.5%; en niñas en edad escolar 32.8% y niños 33.7%; adolescentes mujeres 39.2% y hombres 33.5%. Las mujeres adolescentes de localidades rurales mostraron un incremento de 2012 a 2016 de 9.5 puntos porcentuales. Ahora bien, la prevalencia del problema es que en niñas y mujeres en zonas rurales muestran un aumento importante en un periodo corto, lo que hace necesario implementar acciones de atención inmediatas.
En los últimos años se han multiplicado las cifras que dan cuenta del aumento de la obesidad en la población mexicana, pero quizás no sea un problema exclusivo de nuestro país, en realidad en buena parte del mundo vemos el crecimiento preocupante de estas cifras. De acuerdo con estimaciones de McKinsey Global Institute, la obesidad a nivel mundial se asocia con costos equivalentes a 2.8% del PIB global. Esta cifra es parecida a la que generan los conflictos armados y el tabaquismo, lo que indudablemente afecta a los presupuestos de las instituciones de salud e incluso los sectores productivos.
En nuestro país cerca del 30% de la población es obesa, pero la cuestión podría llevarnos a reflexionar sobre dos aspectos, por una parte los problemas de salud que trae como consecuencia y las complicaciones hacia la economía nacional, ya que implica invertir en programas preventivos y, por otra parte, la multiplicación de complicaciones en la productividad de los empleados.
Como consecuencia de ello, hace 10 año en el Senado de la República hizo una serie de propuestas a través de la entonces senadora priísta María de los Ángeles Moreno quien puntualizó que se analizan una serie de reformas para revertir esta tendencia, entre las que destaca la Ley de Ayuda Alimentaria, la cual plantea un cambio en los hábitos y dieta de la clase trabajadora.
En dicho planteamiento, se sostiene que en 16 países los esquemas de ayuda alimentaria han demostrado que se impulsa un estado de ánimo más propicio para la actividad laboral, que se reduce el número de accidentes, y de acuerdo con las estadísticas se ha visto cómo declinan los accidentes de trabajo y cómo disminuyen los costos de servicios de salud pública.
Lo anterior es visto desde lo estrictamente laboral y de productividad, pero para estar convencido y convencer a los trabajadores de ello, primero requerimos estar convencidos de la importancia de no estar obeso, sobre todo en términos de la salud individual.
Asimismo, consideramos importante no solamente involucrar a los adultos en contar con una alimentación adecuada, sino a los niños orientarlos a hábitos alimenticios que les permitan desarrollar potencialidades que en el futuro les redituaran en mayor rendimiento en diversas actividades.
En el caso de los niños tlaxcaltecas encontramos dos problemas paralelos: por una parte la desnutrición por falta de alimentos y en otra desnutrición por el consumo de alimentos chatarra; lo anterior supone que el 26% de los infantes en edad escolar padecen sobrepeso u obesidad, una de las tareas que se propusieron las autoridades del DIF estatal es modificar los desayunos escolares.
Por otra parte, parece contradictorio, pero en municipios como Benito Juárez, Españita, Terrenate, Teacalco y San Pablo del Monte se presenta casos recurrentes de desnutrición en infantes de nivel preescolar y primaria, lo que nos lleva a considera y proponer una reorientación y atender ambos problemas de manera integral.
Lo anterior solamente es la consecuencia de cambios profundos en la estructura social de nuestro país, ya que se reducen los espacios para la recreación y el deporte, los planes de educación física en escuelas son absurdos, el padre y la madre en la mayoría de las familias trabajan, además de que se viven condiciones de inseguridad, por lo que se prefiere no salir de casa.
Consideramos que el problema de obesidad en infantes y adultos requiere atacarse de manera integral, creemos que medidas como prohibir la venta de alimentos chatarras en las escuelas ayudan, pero no resuelven el problema de fondo y, en todo caso, solamente son medidas coyunturales, pero tarde o temprano volverían a resurgir las complicaciones.
Precisamos considerar que a largo plazo la obesidad nos lleva a complicaciones como la hipertensión arterial, la diabetes, entre muchas otras, por ello precisamos saber en primer lugar los índices de obesidad en el país, ya que la información es parcial y, en muchas ocasione, poco confiable.
El problema de la obesidad debe ser visto no exclusivamente como un problema de productividad, sino también como un problema de salud pública, que requiere atenderse para aumentar la calidad de la vida de los mexicanos.
Además no es una responsabilidad exclusiva de los gobiernos, precisamos hacer conciencia de la importancia de llevar una vida adecuada en términos de alimentación.