Los mandatarios de la Alianza logran pese a las discrepancias firmar una declaración conjunta en la que se comprometen a luchar
Un breve comunicado conjunto y unos aplausos a puerta cerrada de los líderes aliados en Londres han puesto fin este miércoles a la cumbre en la que la OTAN festejaba su 70º aniversario. En medio de acusaciones cruzadas, amenazas de veto y dudas sobre el papel futuro de la Alianza, los 29 países miembros de la organización han logrado mantener dentro de la sala la armonía que no han exhibido en público. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, compareció al final del encuentro tras haber sellado una declaración conjunta que esboza los desafíos militares a los que se enfrentan. Entre ellos, ha valorado Stoltenberg, los aliados reconocen por primera vez el reto que representa el desarrollo militar y tecnológico de China.
Preguntado sobre las disensiones entre los líderes, Stoltenberg ha tratado de restarles importancia —"los desacuerdos siempre generan más atención que los acuerdos", ha manifestado— y ha puesto en valor los acuerdos: se ha actualizado la protección que brinda la OTAN a los países bálticos, pese a que el líder turco, Recep Tayyip Erdogan amenazó con vetarla, y se ha abierto un proceso de reflexión para afinar la estrategia política de la organización en el futuro próximo.
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