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Domingo 11:03 am, 05 May 2019.

Las dos caras del “Che” por Luis Perez Cruz

Desde la Sociología columna por Luis Perez Cruz

Luis Perez Cruz | agendatlaxcala | 1299 lecturas | 0 comentarios

Las dos caras del “Che” por Luis Perez Cruz

Se ha desarrollado mucho en mí el sentido de lo masivo en contraposición a lo personal: soy siempre el mismo solitario que va buscando su camino sin ayuda personal, pero tengo ahora el sentido de mi deber histórico. Ni casa, ni mujer, ni hijos, ni padres, ni hermanos; mis amigos lo son mientras piensen políticamente como yo... no sólo siento una fuerza interior poderosa, que siempre la sentí, sino también una capacidad de inyección a los demás y un absoluto sentido fatalista de mi misión me quita todo miedo.

Ernesto “Che” Guevara

La figura del Che ha motivado a la glorificación o la descalificación, pero no cabe duda que su trascendencia en Latinoamérica resulta fundamental, sobre todo para comprender la realidad de esta parte del continente, consideramos preciso colocar al “Che Guevara” en su justa dimensión, fue un personaje que vivió un tiempo y un espacio determinados, por ello resulta indispensable saber cuál es la circunstancia histórica que le toco vivir, de lo contrario caemos en visiones distorsionadas.

          Para ello destacaremos dos aspectos: el sentimiento antinorteamericano y un profundo nacionalismo; ambos fenómenos constituyen corrientes que dan sentido y razón de ser a la única forma de que los países de América Latina puedan construir su propio desarrollo, fuera de la influencia de Estados Unidos.

          El sentimiento de odio a lo que representa Norteamérica constituye toda una corriente que se expresa en diversos niveles, ya que la influencia de Estados Unidos se dejó sentir en la región desde el siglo XIX, manifestado en invasiones, apoyar golpes de Estado, imposición de dictaduras, intromisión comercial, entre muchas otras. Dicho sentimiento fue creciendo y el triunfo de la Revolución cubana en 1959 constituyó una posibilidad de sacudirse la influencia norteamericana, la vía revolucionaria se concibió como el único camino posible y la postura intransigente, mesiánica y libertaria del Che Guevara fue el ejemplo idóneo para  los jóvenes que en la década de 1960 estaban sedientos de libertad.

          Por otra parte, el nacionalismo se fue integrando, en la primera mitad del siglo XX, como un mecanismo de hacer valer la autodeterminación y soberanía de los pueblos, por lo que en América Latina tuvo aceptación, al grado de hacer hincapié e insistir en las grandes diferencias de la América latina y la América sajona, así como la necesidad de construir un destino que permitiera el desarrollo y la autodeterminación en la región.

          Para muchos latinoamericanistas, se debía construir una alternativa para sacar a nuestros países de la pobreza y el atraso, la unidad e identidad constituían la ideología que permitiría lograr todo ello.

          Ahora bien, estos dos fenómenos que perneaban en el pensamiento latinoamericanista, se mezcla con una visión redentora, mesiánica y libertaria de Ernesto Che Guevara, propia del cristianismo; pero que le permitiría justificar su pensamiento y su actuar personal, negando toda posibilidad de hacer una vida común y corriente; a decir de Enrique Krauze “Lo cierto es que tenía casa, mujer, hijos, hermanos, padres y amigos, pero esas realidades tangibles, concretas, le parecían poco reales. Se había desprendido de la asfixiante realidad terrenal hacia un ámbito de misticismo revolucionario...Su designio era la guerra santa contra las fuerzas del mal, que con frecuencia terminaba por desatar la guerra santa entre los propios guerrilleros, que competían por la gloria o la pureza.”

          Consideramos sustancial comprender que el Che Guevara constituye un hombre de su tiempo, producto de su circunstancia histórica, una circunstancia latinoamericana muy parecida a la actual, donde buena parte de la población sigue en la pobreza (más de 300 millones), la economía de mercado ha hecho evidente las graves desigualdades, las democracias latinoamericanas no dejan de ser hoy utopías; quizás el terreno latinoamericano sigue siendo fértil y propicio para el surgimiento de nuevos redentores que prometen la llegada de tiempos mejores, pero en buena medida la responsabilidad de la llegada de los Chávez al poder también le corresponde a quienes no ha sabido ni querido que la región pueda supera sus graves problemas. En buena medida el orden neoliberal ha ahondado las desigualdades en la región, es fundamental profundizar la reflexión sobre el porvenir, tomando en consideración el momento que vivimos.