El Gobierno mexicano recorta los recursos para infraestructuras y mantiene la austeridad general en el Presupuesto ante su negativa a una reforma fiscal
El Ejecutivo mexicano se encomienda a la consabida austeridad republicana y a un panorama macroeconómico optimista para cuadrar las cuentas públicas de 2020. Sin la reforma fiscal que cada vez más voces -incluso en el seno de la propia Administración Federal- piden a gritos en la nación de la OCDE que menos impuestos recauda, toca seguir abrochándose el cinturón. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha presentado este domingo su Presupuesto para 2020 con unas líneas generales que se parecen, y mucho, a las de su primer año de Gobierno: recortes, privilegio del gasto social y en seguridad -que aumenta- sobre el productivo y oxígeno para un sector energético que, con la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) al frente, se ha convertido en la gran apuesta del líder de Morena.
Las cuentas públicas, las primeras elaboradas íntegramente bajo la batuta de Arturo Herrera, que asumió las riendas de la Secretaría de Hacienda tras el portazo -críticas mediante a la línea seguida por el Ejecutivo- de Carlos Urzúa, contemplan un superávit primario -ingresos menos gastos sin tener en cuenta el servicio de la deuda- del 0,7%: tres décimas menos que este año, pero un guiño en toda regla a los mercados, que suelen mirar esta cifra con especial atención. El déficit público, una vez incorporado el coste de repago del endeudamiento, superará por poco el 2%.
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