El presidente y su gran rival exhiben su hostilidad mutua en varios cruces ásperos
Mauricio Macri aprovechó el segundo debate de los candidatos para atacar una y otra vez a su gran rival, Alberto Fernández. El presidente acusó al aspirante peronista, gran favorito tras su amplia victoria en las primarias, de tolerar la corrupción del kirchnerismo y de propensión al autoritarismo. “No han cambiado”, dijo. Fernández, a su vez, acusó a Macri de mentir, de prevaricar a favor de su familia y de arruinar Argentina. Los cruces entre ambos fueron más allá de la agresividad natural en un debate: hicieron perceptible una honda animadversión mutua.
Macri perdió las primarias por 16 puntos. Algunos sondeos le sitúan en una desventaja aún mayor, cercana a los 20 puntos. Necesitaba lanzarse al ataque, tras su sorprendente pasividad en el debate de la semana pasada, y lo hizo. Animado por la formidable manifestación del sábado en Buenos Aires, en la que una inmensa multitud le ofreció un apoyo entusiasta, el presidente trató de tomar la iniciativa en cada uno de los puntos a debatir (seguridad, empleo, infraestructuras, instituciones, desarrollo social y ambiente) y martilleó a Fernández con los casos de corrupción que dejaron los mandatos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, aspirante a vicepresidenta en la candidatura peronista.
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