El presidente de México elimina el programa de estancias infantiles y cierra el grifo a las ONG que operaban refugios para víctimas de la violencia
A una semana de cumplir 100 días de gobierno, Andrés Manuel López Obrador ya ha dejado claras las principales guías que marcarán su sexenio. Mucho gasto social y una fuerte sacudida al statu quo han marcado el ritmo de arranque de la Administración del Movimiento de Regeneración Nacional. Este inicio también ha sido marcado por varias polémicas. Las más recientes son la eliminación, de tajo, de las estancias infantiles y de los recursos a los refugios para víctimas de maltrato, dos programas que afectan principalmente a las mexicanas. El Gobierno ha recibido por ello diversas críticas, incluida una buena cantidad de fuego amigo.
“En cosas de este tipo no voy a cambiar, no voy a ceder. Tengo que ser estricto y no hacer excepciones”, dijo López Obrador el viernes a los periodistas que lo cuestionaron sobre estos temas. Las palabras del presidente fueron la primera palada de tierra en la sepultura de las estancias infantiles y los refugios para mujeres maltratadas, programas que habían crecido como servicios privados paralelos a la red gubernamental con recursos públicos y al amparo de organizaciones de la sociedad civil.
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