La gran redada anunciada por la Administración de EE UU contra sin papeles en varias grandes ciudades se salda de momento con unas decenas de arrestos
En la pizarra hay dos dibujos: el de un niño sonriente y el de un adulto enojado tachado con una cruz. El menor se llama Nacho, un salvadoreño de 15 años, y el otro es un funcionario del Gobierno de Estados Unidos. Steph, voluntaria de CAIR Coalition, una organización que vela por los derechos legales de los inmigrantes, le explica a varios grupos familiares qué hacer si la policía de inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) detiene a uno de sus hijos. Los oyentes provienen de Centroamérica o México y no tienen sus documentos en regla. A pesar de que la cita es un sábado por la mañana, con una sensación térmica de 43 grados, el centro municipal de Washington DC recibe a decenas de interesados. “Tenemos miedo, nos sentimos acosados”, confiesa una de las madres. Una semana atrás, Donald Trump había anunciado redadas masivas, de las cuales prácticamente no se supo más.
— “Si Nacho se come un pastel en el centro de detención y te pide que no lo cuentes, pero tu mamá te pregunta si sabes quién se lo comió ¿le dirías?”
— “Sí”, responde una niña mexicana de seis años.
— “No debes, no lo puede saber nadie, especialmente el Gobierno”, le explica Steph.
— “Pero las mamás siempre tienen que saber la verdad”.
— “Sí, salvo sobre lo que te cuentan en secreto tus amigos del centro de detención”.
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